7/20/2010

El Show de Bibi y Obama

 
Por Sheldon Richman de CounterPunch

                                  Traducido para Rebelion por Germán Leyens
Supongo que la credencial de miembro del Likud de Barack Obama le llegará por correo. Sin duda el envío fue organizado por el Primer Ministro Benjamin “Bibi” Netanyahu. Después de todo, Obama ya pagó su cuota de inscripción. Después de unas pocas anodinas declaraciones negativas sobre la expansión de los asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este, Obama cedió ante el más ligero empujoncito del lobby de Israel –año de elecciones, ya sabéis– y ahora parece que los acepta sin problemas. Pasó luego, de decir que la expansión de los asentamientos “podría terminar por ser peligrosa [¡!]” a decir: “Pienso que él [Netanyahu] está encarando una situación muy compleja en una zona muy difícil”. Podemos estar seguros de que Netanyahu no detendrá permanentemente la expansión y que Obama no tomará ninguna acción –como cortar el suministro de dinero– para lograr que lo haga. (Hasta el general David Petraeus teme al lobby). “El ritmo de construcción de asentamientos en Cisjordania apenas ha sido afectado por la congelación de 10 meses, que debe terminar en septiembre”, escribe Jonathan Cook en The National.
Obama también transigió rápidamente en el tema de la firma por Israel del Tratado de No Proliferación Nuclear. (“Israel tiene necesidades de seguridad excepcionales”) Todo el mundo sabe que Israel tiene más de 200 bombas nucleares, pero la posición oficial es no confirmar ni negar su existencia. Lo llaman “ambigüedad nuclear”.
Dicen que la relación de seguridad entre el gobierno de Obama e Israel es más fuerte que nunca –el Pentágono, los israelíes y por lo menos algunos neoconservadores están de acuerdo. Preparan más ayuda militar, aparte de la transfusión anual de 3 billones (millones de millones) de dólares.
Netanyahu ha expresado su inquietud por el hecho de que las fuerzas de EE.UU. puedan partir algún día de Iraq, pero no tiene que preocuparse: Sin duda ese día está muy alejado. Incluso después de la “retirada” todavía habrá 50.000 soldados, bases y una embajada del tamaño de un pequeño país.
Una cosa que al parecer no ha conseguido (todavía) Netanyahu es la promesa de Obama de bombardear Irán hasta devolverlo a la edad de piedra por su programa inexistente de armas nucleares. (Irán, a diferencia de Israel, es inspeccionado regularmente por el Organismo Internacional de Energía Atómica.) A Dios gracias, los dirigentes militares de EE.UU. se muestran renuentes a emprender una misión más, que mataría a mucha gente inocente y tal vez inflamaría todo Oriente Próximo. Después de todo, sus fuerzas armadas prácticamente no dan abasto.
Netanyahu aplaudió las nuevas sanciones de la ONU y EE.UU. contra Irán –¿no es un acto de guerra?– de modo que probablemente todo ataque ha sido postergado por un año o más.
Es notable que el presidente y el Primer Ministro se las hayan arreglado para mantener sus caras serias cuando dijeron que un Irán nuclear sería intolerable. ¿Ya no es un vicio la hipocresía? Las afirmaciones sobre un programa de armas iraní no tienen ningún fundamento, pero me sigo preguntando: ¿Es tan misterioso que los países musulmanes se sientan recelosos ante Israel como monopolista nuclear? Se podría pensar que Israel no ha lanzado nunca una guerra contra un vecino. Y la última vez que me informé, los militares de EE.UU. prácticamente habían rodeado a Irán. Pero qué importa.
Hasta ahora Obama no ha pronunciado una sola palabra sobre la brutalidad cotidiana contra los gazatíes en su campo de concentración al aire libre (¡Oh! Claro, está contento de que dejen entrar algunas cosas más, como si eso corrigiera la situación), la muerte de un ciudadano estadounidense en el Mavi Mármara a manos de comandos israelíes, o el muro construido que pasa por Cisjordania separando hogares palestinos de tierras laborables palestinas y creando una miríada de otras dificultades.
Obama elogió a Netanyahu por su pretendida disposición a negociar con los “dirigentes” palestinos aprobados (excluyendo a Hamás, por supuesto). Pero hay que recordar que cuando los políticos israelíes dicen que están a favor de una solución de dos Estados, o “tierra por paz”, no quieren decir una patria verdaderamente independiente para los palestinos, abusados desde hace tiempo, sino más bien una serie de bantustanes dentro de un Estado de apartheid en lo esencial, bajo control israelí. Para eso sirven el muro y la expansión de asentamientos. Obama parece estar de acuerdo.
Respecto a los verdaderos puntos de vista de Netanyahu vea el artículo de hoy en CounterPunch [en inglés]. El vídeo de Netanyahu demuestra, dijo el columnista de Haaretz, que es un “embaucador… quien piensa que tiene a Washington en el bolsillo y que puede venderle gatos por liebres”.
Por lo tanto la “relación especial” perdura. Y sin embargo, ¿vale realmente el parloteo sobre valores compartidos? En teoría EE.UU. pertenece a todos los estadounidenses, a todos sus ciudadanos. Pero Israel –en la teoría y en la práctica– no pertenece a todos los que poseen la ciudadanía israelí (lo que incluye a los árabes) sino sólo al “pueblo judío” dondequiera se encuentre, lo que significa (según el punto de vista de Israel) que yo –nacido en Filadelfia, residente en Arkansas– tengo más derecho a la ciudadanía plena de Israel que un palestino cuya familia ha vivido en Jerusalén durante un milenio o más. ¿Cómo puede tener sentido algo semejante?
(La Knéset ha dado su aprobación, por lo menos preliminar, para convertir la negación del estatus de Israel como Estado judío en un crimen punible con la cárcel. El gabinete considerará una resolución para obligar a los nuevos ciudadanos a prestar un juramento de lealtad a Israel como Estado judío.)
No olvidemos que el contribuyente de EE.UU. es el facilitador y el asegurador. Nada de esto sucedería sin transfusiones masivas de dinero estadounidense.
Y hay quienes piensan que “ellos” nos odian por nuestras libertades (sic).

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