Llego la hora amigos, amantes de lo verdadero, de hablar sin prejuicios y poner en la silla de los acusados a la madre de la ignorancia: la religión.
El Vaticano dice: La verdad os hará libres. La fe hará que creáis en ella.
Evidentemente la verdad y la fe siempre se contradicen y están enfrentadas, muy al contrario de lo que pregona el Vaticano. Y es muy obvio que la verdad es tangible y la Fe sólo permite creer incluso lo que científicamente es imposible que sea verdad.
Escuche de boca de un compañero mientras discutíamos sobre el problema religioso contra la tradición atea (que alberga el pensamiento anarquista) que el prefería “ceder su voluntad y libre pensamiento a la voluntad de Dios.”, porque el no estaba seguro de sus propias convicciones y prefería por lo tanto que alguien tan “perfecto” y sabio como lo puede ser Dios decidiera por el. Suena hermoso y humilde, digno de un alma entregada y agradecida. Pero resulta en la práctica – con todo respeto – una tremenda idiotez. Partiendo en principio de que el susodicho Dios aun esta por verse si existe o no, ya que en especifico no es “alguien” al que se le pueda consultar directamente sino algo de lo que muchos hablan.
Supongamos que existe. ¿Puede Dios manifestar realmente su voluntad y pensamiento hacia los mortales? La religión (creada por los hombres) nos dice que si, mediante las escrituras sagradas (escritas por manos tan humanas como las que escribieron esto) y que también puede hacerlo mediante sus “REPRESENTANTES” en la tierra. He aquí, amigos, la verdad sin tapujos. El verdadero “problemilla” diría Net Flanders, porque entonces ya no es Dios el perfecto, sabio y eterno el que nos habla, sino simples mortales de carne y hueso como nosotros, los que se auto-adjudican ser voceros del “Gran Padre”, del “señor que esta en los cielos”.
Pero ¿Quién faculta a estos individuos como sacerdotes de Dios? ¿Es que acaso baja un fuego divino del cielo y los ilumina de sabiduría celestial? ¡No! Mis aburridos lectores, no es así como se consagran los que dirigen las religiones de nuestro tiempo. Tienen para poder cargar las vestiduras ceremoniales y guiar a sus rebaños, que estudiar por años enteros encerrados en seminarios y aprender como se aprende una ciencia técnica, los conceptos caducos de la teología y fusionarlos con los de la filosofía para adaptarlos un poco a la realidad de nuestro siglo, porque de otra forma estarían sus enseñanzas muertas. Tienen para poder dirigir sus ceremonias religiosas y poder dar “bendiciones en nombre de Dios” que recibir antes su certificado de estudios teológicos del seminario donde hayan estudiado. Y ¿Quién da esos certificados? ¿Un enviado de Dios, un ángel quizás? ¡Tampoco! mis audaces pensadores. Esos certificados que certifican la santidad de estos hombres, son expedidos por HOMBRES de carne y hueso, por funcionarios del vaticano o del arzobispado, por los dirigentes de la secta o del éxodo, del consejo o como se le llame dependiendo de la religión a la cual se pertenezca. Y estos hombres a su vez son los encargados de gobernar las burocracias que se tejen en nombre de Dios, de dirigir las organizaciones de masas y de llevar las cuentas millonarias de donativos y aportaciones (a veces voluntarias, otras no) que reciba la institución sagrada, y cobrar los señores sus honorarios suficientes para poder vivir sin trabajar, conseguirse autos de ultimo modelo y recorrer las calles, tener casas ostentosas y comer todos los días, tras la sotana que visten ocultan el oro que roban. Para prueba echarle un ojo al forro de oro del vaticano, a los templos mormones, a los dirigentes cristianos y testigos de Jehová, ninguno vive en la miseria como el revolucionario de Israel, Jesús de Nazaret quien no fuera otra cosa mas que un simple mortal con ideales transformadores sobre su tiempo que puso en duda y por lo tanto en riesgo el aparato de control ideológico que dominaba a su pueblo, los dogmas religiosos. Por ello quienes se preocuparon más en crucificarlo fueron los sacerdotes de su propio tiempo. ¡¡Hoooo¡¡, pero Dios es sabio y sabe porque hace las cosas.
¿Pero quien lo dice? Nunca, si quiera en la Biblia Dios se ha presentado a las masas. Siempre ha hablado por medio de alguien mas que jura haberlo visto y oído. Desde entonces y hasta hoy la cosa no ha cambiado. Es por medio de un hombre como nos pide la religión que nos confesemos “ante Dios”. Es por medio de un hombre que nos pide la religión que nos bauticemos. Todos los servicios celestiales están en monopolio de estas personas, por lo tanto los individuos comunes y corrientes quedan en inferioridad y nos venden la idea de que estos señores portadores de la palabra divina son “necesarios” para poder estar en compañía de “Dios”. Este mito religioso no esta muy lejos de parecer una fábula. Y una burla. Analicemos el hecho desde una perspectiva histórica y objetiva, sin idealismos y encontraremos que la religión ha sido el aparato mas eficiente de manipulación ideológica desde el principio de los tiempos por medio del cual los reyes absolutistas, los faraones amantes de la esclavitud, los caciques latinoamericanos, los emperadores romanos y los dictadores fascistas mantenían controlada, indefensa, adormecida a su población entre rezos e incienso. La religión se lleva muy bien con las tiranías, puesto que una sirve para la existencia de la otra. La primera como dijimos ayuda a mantener controlada a la población mediante el dogma aquel que tanto se proclama: “Los bienaventurados, los entregados y sumisos que se dejan crucificar por los tiranos, los que ponen humildemente la otra mejilla para ser abofeteada y aceptan con noble resignación las miserias de este mundo: ¡VAN AL CIELO! y la tiranía o el gobierno en cambio permite el enriquecimiento de sus dirigentes y otorga protección legal a quienes pertenecen al gobierno de Dios, como el fuero religioso del cual gozan los sacerdotes católicos por ser representantes de un “Estado Soberano” como lo es el Vaticano (Que esta en Roma pero no es parte de Roma). En resumen como diría Carlos Marx: La religión es el opio de los pueblos.
Nos han engañado por miles de años. Le han dejado una venda arcaica a nuestro pueblo. Por tal razón vemos a tantos seres humanos viviendo en la miseria extrema, sufriendo la explotación de sus patrones y la humillación de sus gobiernos y todavía juntando para irse de bienaventurado de rodillas hasta la basílicas de sus religiones a dejar su donativo para la “virgencita” que fue embarazada por un ángel de Dios para dar a luz a su propio hijo y que después de parirlo volvió a ser virgen. Señores, amigos, sea como sea que se encuentren a estos niveles de la lectura (enojados, desilusionados, desconcertados, o valiéndoles todo lo que digo) es necesario dejar en claro algo.
Aquí el problema –como diría el anarquista ruso Bakunin no esta en demostrar si Dios existe o si es un simple reflejo de la necesidad humana, el problema –esto lo agrego yo – esta en liberarnos de su idea, del concepto de autoridad eterna e inamovible que teje sobre la mente humana, y el peligro de manipulación que sobre su nombre se construye. Independientemente de que exista o no Dios, este queda fuera de la historia humana. Del desarrollo histórico de la sociedad, puesto que han sido los hombres mismos los encargados de difundir la idea de Dios y de construir las sociedades religiosas que se conocen hasta la fecha.
Si Dios no existe podemos concluir que el hombre hizo a Dios a su imagen y semejanza y al paraíso como justificación a su triste existencia. Si existe en cambio, concluimos que nos hizo libres y pensadores, y que por lo tanto siendo esta su voluntad primera así debemos de vivir y de morir como libres y pensadores. Abre los ojos!!
El Vaticano dice: La verdad os hará libres. La fe hará que creáis en ella.
Evidentemente la verdad y la fe siempre se contradicen y están enfrentadas, muy al contrario de lo que pregona el Vaticano. Y es muy obvio que la verdad es tangible y la Fe sólo permite creer incluso lo que científicamente es imposible que sea verdad.
Escuche de boca de un compañero mientras discutíamos sobre el problema religioso contra la tradición atea (que alberga el pensamiento anarquista) que el prefería “ceder su voluntad y libre pensamiento a la voluntad de Dios.”, porque el no estaba seguro de sus propias convicciones y prefería por lo tanto que alguien tan “perfecto” y sabio como lo puede ser Dios decidiera por el. Suena hermoso y humilde, digno de un alma entregada y agradecida. Pero resulta en la práctica – con todo respeto – una tremenda idiotez. Partiendo en principio de que el susodicho Dios aun esta por verse si existe o no, ya que en especifico no es “alguien” al que se le pueda consultar directamente sino algo de lo que muchos hablan.
Supongamos que existe. ¿Puede Dios manifestar realmente su voluntad y pensamiento hacia los mortales? La religión (creada por los hombres) nos dice que si, mediante las escrituras sagradas (escritas por manos tan humanas como las que escribieron esto) y que también puede hacerlo mediante sus “REPRESENTANTES” en la tierra. He aquí, amigos, la verdad sin tapujos. El verdadero “problemilla” diría Net Flanders, porque entonces ya no es Dios el perfecto, sabio y eterno el que nos habla, sino simples mortales de carne y hueso como nosotros, los que se auto-adjudican ser voceros del “Gran Padre”, del “señor que esta en los cielos”.
Pero ¿Quién faculta a estos individuos como sacerdotes de Dios? ¿Es que acaso baja un fuego divino del cielo y los ilumina de sabiduría celestial? ¡No! Mis aburridos lectores, no es así como se consagran los que dirigen las religiones de nuestro tiempo. Tienen para poder cargar las vestiduras ceremoniales y guiar a sus rebaños, que estudiar por años enteros encerrados en seminarios y aprender como se aprende una ciencia técnica, los conceptos caducos de la teología y fusionarlos con los de la filosofía para adaptarlos un poco a la realidad de nuestro siglo, porque de otra forma estarían sus enseñanzas muertas. Tienen para poder dirigir sus ceremonias religiosas y poder dar “bendiciones en nombre de Dios” que recibir antes su certificado de estudios teológicos del seminario donde hayan estudiado. Y ¿Quién da esos certificados? ¿Un enviado de Dios, un ángel quizás? ¡Tampoco! mis audaces pensadores. Esos certificados que certifican la santidad de estos hombres, son expedidos por HOMBRES de carne y hueso, por funcionarios del vaticano o del arzobispado, por los dirigentes de la secta o del éxodo, del consejo o como se le llame dependiendo de la religión a la cual se pertenezca. Y estos hombres a su vez son los encargados de gobernar las burocracias que se tejen en nombre de Dios, de dirigir las organizaciones de masas y de llevar las cuentas millonarias de donativos y aportaciones (a veces voluntarias, otras no) que reciba la institución sagrada, y cobrar los señores sus honorarios suficientes para poder vivir sin trabajar, conseguirse autos de ultimo modelo y recorrer las calles, tener casas ostentosas y comer todos los días, tras la sotana que visten ocultan el oro que roban. Para prueba echarle un ojo al forro de oro del vaticano, a los templos mormones, a los dirigentes cristianos y testigos de Jehová, ninguno vive en la miseria como el revolucionario de Israel, Jesús de Nazaret quien no fuera otra cosa mas que un simple mortal con ideales transformadores sobre su tiempo que puso en duda y por lo tanto en riesgo el aparato de control ideológico que dominaba a su pueblo, los dogmas religiosos. Por ello quienes se preocuparon más en crucificarlo fueron los sacerdotes de su propio tiempo. ¡¡Hoooo¡¡, pero Dios es sabio y sabe porque hace las cosas.
¿Pero quien lo dice? Nunca, si quiera en la Biblia Dios se ha presentado a las masas. Siempre ha hablado por medio de alguien mas que jura haberlo visto y oído. Desde entonces y hasta hoy la cosa no ha cambiado. Es por medio de un hombre como nos pide la religión que nos confesemos “ante Dios”. Es por medio de un hombre que nos pide la religión que nos bauticemos. Todos los servicios celestiales están en monopolio de estas personas, por lo tanto los individuos comunes y corrientes quedan en inferioridad y nos venden la idea de que estos señores portadores de la palabra divina son “necesarios” para poder estar en compañía de “Dios”. Este mito religioso no esta muy lejos de parecer una fábula. Y una burla. Analicemos el hecho desde una perspectiva histórica y objetiva, sin idealismos y encontraremos que la religión ha sido el aparato mas eficiente de manipulación ideológica desde el principio de los tiempos por medio del cual los reyes absolutistas, los faraones amantes de la esclavitud, los caciques latinoamericanos, los emperadores romanos y los dictadores fascistas mantenían controlada, indefensa, adormecida a su población entre rezos e incienso. La religión se lleva muy bien con las tiranías, puesto que una sirve para la existencia de la otra. La primera como dijimos ayuda a mantener controlada a la población mediante el dogma aquel que tanto se proclama: “Los bienaventurados, los entregados y sumisos que se dejan crucificar por los tiranos, los que ponen humildemente la otra mejilla para ser abofeteada y aceptan con noble resignación las miserias de este mundo: ¡VAN AL CIELO! y la tiranía o el gobierno en cambio permite el enriquecimiento de sus dirigentes y otorga protección legal a quienes pertenecen al gobierno de Dios, como el fuero religioso del cual gozan los sacerdotes católicos por ser representantes de un “Estado Soberano” como lo es el Vaticano (Que esta en Roma pero no es parte de Roma). En resumen como diría Carlos Marx: La religión es el opio de los pueblos.
Nos han engañado por miles de años. Le han dejado una venda arcaica a nuestro pueblo. Por tal razón vemos a tantos seres humanos viviendo en la miseria extrema, sufriendo la explotación de sus patrones y la humillación de sus gobiernos y todavía juntando para irse de bienaventurado de rodillas hasta la basílicas de sus religiones a dejar su donativo para la “virgencita” que fue embarazada por un ángel de Dios para dar a luz a su propio hijo y que después de parirlo volvió a ser virgen. Señores, amigos, sea como sea que se encuentren a estos niveles de la lectura (enojados, desilusionados, desconcertados, o valiéndoles todo lo que digo) es necesario dejar en claro algo.
Aquí el problema –como diría el anarquista ruso Bakunin no esta en demostrar si Dios existe o si es un simple reflejo de la necesidad humana, el problema –esto lo agrego yo – esta en liberarnos de su idea, del concepto de autoridad eterna e inamovible que teje sobre la mente humana, y el peligro de manipulación que sobre su nombre se construye. Independientemente de que exista o no Dios, este queda fuera de la historia humana. Del desarrollo histórico de la sociedad, puesto que han sido los hombres mismos los encargados de difundir la idea de Dios y de construir las sociedades religiosas que se conocen hasta la fecha.
Si Dios no existe podemos concluir que el hombre hizo a Dios a su imagen y semejanza y al paraíso como justificación a su triste existencia. Si existe en cambio, concluimos que nos hizo libres y pensadores, y que por lo tanto siendo esta su voluntad primera así debemos de vivir y de morir como libres y pensadores. Abre los ojos!!
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