Fernando Conde Torrens, y su impresionante investigación:
"Vivimos en el 2004 por el nacimiento de una persona que nunca existió y hemos luchado por una religión falsa durante siglos", decía Fernando Conde Torrens en la presentación de su libro Simón, Ópera Magna.
Este doctor ingeniero industrial y profesor titular en la Universidad de la Rioja, España, quiere, con su trabajo, desvelar una "conspiración que ha durado 17 siglos".
Esta conspiración, según dice, la creó el emperador Constantino cuando, en el s. IVd.C., ordenó a Eusebio de Cesárea y Osio crear los textos que sustentaran una nueva religión: el cristianismo.
La razón es que, unificando la religión en el Imperio -ya que eran muchas las existentes-conseguiría "moldear las conciencias" de sus súbditos y mantener unidad en todo el territorioconquistado. Se pretendía, como último fin, crear una "religión a la carta" para conseguir unasociedad "manejable, acrítica y moldeable para el poder".
Así pues, "los Evangelios no fueron escritos por Mateo, Marcos, Lucas y Juan", explicó ayerFernando Conde, sino por "un mandado", alguien "que discrepaba profundamente de la labor que le habían encomendado" y quiso dejar constancia de ello. Realmente, los cuatro Evangelios son obra de la misma persona. Todo el Nuevo Testamento es obra de esa persona.
Según cuenta el investigador, Eusebio de Cesárea era un maestro e historiador que en el siglo IV se vio obligado a obedecer a Constantino y que, contra su voluntad, "inventó" los Textos Sagrados del cristianismo.
Las pruebas que justifican estos razonamientos de Fernando Conde, fruto de más de diez años de trabajo, son "las miles de firmas que dejó el mismo Eusebio en cada frase que falsificaba".
En total serían 2.000 las firmas en los cuatro Evangelios y 3.000 en escritos del Nuevo Testamento.
Éstas "habrían sido demasiado evidentes" si no llega a ser porque el verdadero autor utilizó un seudónimo, Simón , que incluía mediante acrósticos, es decir, mensajes ocultos que se forman leyendo las letras iniciales, medias o finales de los versos.
Asimismo, aseguró: "toda la apologética que supuestamente se escribió en los siglos II y III para defender el cristianismo está escrita por Simón y lleva sus siglas".
"El libro que he publicado -afirmó- muestra unas 100 firmas en los Evangelios, Epístolas de Pablo, fragmentos de Flavio Josefo, Tácito, Suetonio, Plinio el Joven, apologías, Actas de mártires e Historia eclesiástica de Eusebio de Cesárea".
"Las pruebas del descubrimiento son las rúbricas de los propios textos, que están al alcance de quien sea capaz de leer un texto en griego antiguo o pueda descifrar las letras", declaró.
Esto explicaría "por qué a finales del siglo IV, el siglo de la falsificación, se traduce el Nuevo Testamento al latín y se prohíbe manejar y traducir de los textos griegos durante toda la Edad Media; creo que se pudo descubrir la actuación de Eusebio".
Además, "es evidente que Constantino sentía una gran fobia hacia los judíos" porque se habían
rebelado dos veces contra Roma y eso fue "lo que llevó a elegir como personaje central de la
nueva religión a un judío", ajusticiado por el procurador de Judea. "Se culparía al pueblo judío de deicidio, porque, claro está, el supuesto fundador de la nueva religión habría sido el Hijo de Dios".
Basta con leer la historia del Cristianismo en tiempos de Constantino para tropezar de inmediato con su asesor en asuntos religiosos, Osio. Teniendo en cuenta que el equipo que describiremos construyó la historia a su medida, habrá que tener sumo cuidado en no dejarse engañar y dar por histórico sólo aquello que esté plenamente confirmado. Que Osio fue una persona real, histórica, y que acompañó a Constantino en su trayectoria ideológica es algo sobradamente probado.
Osio era una persona muy entendida en las Escrituras judías, detallista, dotado de gran memoria, sin escrúpulos, autoritario y obsequioso con el poder. Pero también, no demasiado
culto, muy poco creativo e impulsivo. Fue la primera de las características descritas, su dominio de la Ley y los Profetas hebreos, lo que le izó al puesto de asesor principal del Emperador Constantino. Porque eso era lo que Constantino necesitaba.
Osio era un mal literato. Para la gran cantidad de escritos a generar se necesitaba un escritor profesional. Constantino contaba entre su círculo más estrecho con uno y de primera fila, con Eusebio de Cesárea. Él sería el autor material de todo cuanto fuera necesario escribir. Y del mismo modo que Constantino era un avezado general en el campo de batalla, dentro de su equipo estableció la jerarquía con meridiana claridad. Las ideas básicas de la falsificación a realizar serían las de Osio. Cierto que tales ideas estaban inspiradas en los objetivos que Constantino se había marcado. Como Osio no era un literato adecuado, la redacción de tales ideas correría a cargo de Eusebio.
Sobre Constantino y los textos del Nuevo Testamento, para finalizar:
Constantino, por medio del Edicto de Milán otorgó la libertad de culto.
Cuando fundó la ciudad de Constantinopla se hizo acompañar de sacerdotes cristianos y paganos. Lo que aclara la visión que el tenía: simplemente libertad de cultos.
Con el paso del tiempo se advierte que la simpatía del Emperador hacia los cristianos crece y por influjo de su madre cristiana se comienza a gastar dinero público para la construcción de Iglesias en lugares importantes: Belén, Nazareth, Jerusalén, y Roma, donde se construye la primer basílica de San Pedro, se "descubre" el Vía Crucis en Tierra Santa y hasta una cruz supuestamente la original...
Al final de su vida Constantino dejó de mostrar simpatía hacia el cristianismo católico y se hizo simpatizante del cristianismo arriano (que no creía que Jesús era Dios y se puso en contra del cristianismo católico). Antes de morir fue bautizado en su lecho de muerte por un sacerdote arriano. (Algunos dicen que murió antes de ser tocado por el agua pero no podemos estar seguros de eso).
El emperador que hizo del cristianismo la religión oficial del Imperio fue Teodosio el Grande, años después; que era un emperador verdaderamente creyente en el cristianismo. El quitó definitivamente los signos paganos de las monedas del imperio, quitó a los templos paganos el patrocinio del estado, prohibió las ceremonias públicas del paganismo, la mayoría de los espectáculos del circo Romano, etc. Con semejante apoyo, con todo el poder del Imperio Romano a su favor, el cristianismo que conocemos se organizó institucionalmente y lógicamente pasó a la posteridad, llegando a nosotros.
SEGURAMENTE, LOS EVANGELIOS FUERON REEESCRITOS, RECICLADOS, EN TIEMPOS DE CONSTANTINO, A PARTIR DE TEXTOS ANTERIORES. SE AGREGARON PARTES, SE QUITARON OTRAS. MÁS ALLÁ DE OSIO Y EUSEBIO ES INDUDABLE QUE MANOS ROMANAS PARTICIPARON EN LA ELABORACIÓN DEFINITIVA DE LOS TEXTOS DEL NUEVO TESTAMENTO. SON PRODUCTO DE UN PRECIPITADO, DE UNA SINTESIS DE MITOS ANTERIORES QUE NOS LLEVAN A OTROS PUEBLOS, ESPECIALMENTE A EGIPTO, TAN ESTRECHAMENTE RELACIONADO A LOS JUDIOS...
Y A NOSOTROS NOS LLEGARON ESAS VERSIONES, ESAS CONSTRUCCIONES.
"Vivimos en el 2004 por el nacimiento de una persona que nunca existió y hemos luchado por una religión falsa durante siglos", decía Fernando Conde Torrens en la presentación de su libro Simón, Ópera Magna.
Este doctor ingeniero industrial y profesor titular en la Universidad de la Rioja, España, quiere, con su trabajo, desvelar una "conspiración que ha durado 17 siglos".
Esta conspiración, según dice, la creó el emperador Constantino cuando, en el s. IVd.C., ordenó a Eusebio de Cesárea y Osio crear los textos que sustentaran una nueva religión: el cristianismo.
La razón es que, unificando la religión en el Imperio -ya que eran muchas las existentes-conseguiría "moldear las conciencias" de sus súbditos y mantener unidad en todo el territorioconquistado. Se pretendía, como último fin, crear una "religión a la carta" para conseguir unasociedad "manejable, acrítica y moldeable para el poder".
Así pues, "los Evangelios no fueron escritos por Mateo, Marcos, Lucas y Juan", explicó ayerFernando Conde, sino por "un mandado", alguien "que discrepaba profundamente de la labor que le habían encomendado" y quiso dejar constancia de ello. Realmente, los cuatro Evangelios son obra de la misma persona. Todo el Nuevo Testamento es obra de esa persona.
Según cuenta el investigador, Eusebio de Cesárea era un maestro e historiador que en el siglo IV se vio obligado a obedecer a Constantino y que, contra su voluntad, "inventó" los Textos Sagrados del cristianismo.
Las pruebas que justifican estos razonamientos de Fernando Conde, fruto de más de diez años de trabajo, son "las miles de firmas que dejó el mismo Eusebio en cada frase que falsificaba".
En total serían 2.000 las firmas en los cuatro Evangelios y 3.000 en escritos del Nuevo Testamento.
Éstas "habrían sido demasiado evidentes" si no llega a ser porque el verdadero autor utilizó un seudónimo, Simón , que incluía mediante acrósticos, es decir, mensajes ocultos que se forman leyendo las letras iniciales, medias o finales de los versos.
Asimismo, aseguró: "toda la apologética que supuestamente se escribió en los siglos II y III para defender el cristianismo está escrita por Simón y lleva sus siglas".
"El libro que he publicado -afirmó- muestra unas 100 firmas en los Evangelios, Epístolas de Pablo, fragmentos de Flavio Josefo, Tácito, Suetonio, Plinio el Joven, apologías, Actas de mártires e Historia eclesiástica de Eusebio de Cesárea".
"Las pruebas del descubrimiento son las rúbricas de los propios textos, que están al alcance de quien sea capaz de leer un texto en griego antiguo o pueda descifrar las letras", declaró.
Esto explicaría "por qué a finales del siglo IV, el siglo de la falsificación, se traduce el Nuevo Testamento al latín y se prohíbe manejar y traducir de los textos griegos durante toda la Edad Media; creo que se pudo descubrir la actuación de Eusebio".
Además, "es evidente que Constantino sentía una gran fobia hacia los judíos" porque se habían
rebelado dos veces contra Roma y eso fue "lo que llevó a elegir como personaje central de la
nueva religión a un judío", ajusticiado por el procurador de Judea. "Se culparía al pueblo judío de deicidio, porque, claro está, el supuesto fundador de la nueva religión habría sido el Hijo de Dios".
Basta con leer la historia del Cristianismo en tiempos de Constantino para tropezar de inmediato con su asesor en asuntos religiosos, Osio. Teniendo en cuenta que el equipo que describiremos construyó la historia a su medida, habrá que tener sumo cuidado en no dejarse engañar y dar por histórico sólo aquello que esté plenamente confirmado. Que Osio fue una persona real, histórica, y que acompañó a Constantino en su trayectoria ideológica es algo sobradamente probado.
Osio era una persona muy entendida en las Escrituras judías, detallista, dotado de gran memoria, sin escrúpulos, autoritario y obsequioso con el poder. Pero también, no demasiado
culto, muy poco creativo e impulsivo. Fue la primera de las características descritas, su dominio de la Ley y los Profetas hebreos, lo que le izó al puesto de asesor principal del Emperador Constantino. Porque eso era lo que Constantino necesitaba.
Osio era un mal literato. Para la gran cantidad de escritos a generar se necesitaba un escritor profesional. Constantino contaba entre su círculo más estrecho con uno y de primera fila, con Eusebio de Cesárea. Él sería el autor material de todo cuanto fuera necesario escribir. Y del mismo modo que Constantino era un avezado general en el campo de batalla, dentro de su equipo estableció la jerarquía con meridiana claridad. Las ideas básicas de la falsificación a realizar serían las de Osio. Cierto que tales ideas estaban inspiradas en los objetivos que Constantino se había marcado. Como Osio no era un literato adecuado, la redacción de tales ideas correría a cargo de Eusebio.
Sobre Constantino y los textos del Nuevo Testamento, para finalizar:
Constantino, por medio del Edicto de Milán otorgó la libertad de culto.
Cuando fundó la ciudad de Constantinopla se hizo acompañar de sacerdotes cristianos y paganos. Lo que aclara la visión que el tenía: simplemente libertad de cultos.
Con el paso del tiempo se advierte que la simpatía del Emperador hacia los cristianos crece y por influjo de su madre cristiana se comienza a gastar dinero público para la construcción de Iglesias en lugares importantes: Belén, Nazareth, Jerusalén, y Roma, donde se construye la primer basílica de San Pedro, se "descubre" el Vía Crucis en Tierra Santa y hasta una cruz supuestamente la original...
Al final de su vida Constantino dejó de mostrar simpatía hacia el cristianismo católico y se hizo simpatizante del cristianismo arriano (que no creía que Jesús era Dios y se puso en contra del cristianismo católico). Antes de morir fue bautizado en su lecho de muerte por un sacerdote arriano. (Algunos dicen que murió antes de ser tocado por el agua pero no podemos estar seguros de eso).
El emperador que hizo del cristianismo la religión oficial del Imperio fue Teodosio el Grande, años después; que era un emperador verdaderamente creyente en el cristianismo. El quitó definitivamente los signos paganos de las monedas del imperio, quitó a los templos paganos el patrocinio del estado, prohibió las ceremonias públicas del paganismo, la mayoría de los espectáculos del circo Romano, etc. Con semejante apoyo, con todo el poder del Imperio Romano a su favor, el cristianismo que conocemos se organizó institucionalmente y lógicamente pasó a la posteridad, llegando a nosotros.
SEGURAMENTE, LOS EVANGELIOS FUERON REEESCRITOS, RECICLADOS, EN TIEMPOS DE CONSTANTINO, A PARTIR DE TEXTOS ANTERIORES. SE AGREGARON PARTES, SE QUITARON OTRAS. MÁS ALLÁ DE OSIO Y EUSEBIO ES INDUDABLE QUE MANOS ROMANAS PARTICIPARON EN LA ELABORACIÓN DEFINITIVA DE LOS TEXTOS DEL NUEVO TESTAMENTO. SON PRODUCTO DE UN PRECIPITADO, DE UNA SINTESIS DE MITOS ANTERIORES QUE NOS LLEVAN A OTROS PUEBLOS, ESPECIALMENTE A EGIPTO, TAN ESTRECHAMENTE RELACIONADO A LOS JUDIOS...
Y A NOSOTROS NOS LLEGARON ESAS VERSIONES, ESAS CONSTRUCCIONES.
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