Atilio Boron
Obama pateando traseros
Por Atilio Boron
Días atrás el presidente Barack Obama le pidió a sus colaboradores que le dijeran cuál era el trasero que tenía que patear para castigar al culpable del peor desastre ecológico de la historia producido por la BP en el Mar Caribe. Recogiendo tan sana inquietud me permito proponerle una lista, preliminar, de traseros a patear pero que prometo ampliarla en una próxima entrega.
En primer lugar, debería solicitarle a la Primera Dama de su país que le propine una buena patada en su presidencial trasero porque usted no es “el negrito del batey” -como dicen en el Caribe, en una expresión altamente peyorativa- sino el primer magistrado de la más formidable superpotencia que jamás haya existido en la historia de este planeta.
Y si los bandidos de la BP le contaminan las costas de su país es porque usted ha sido blando, débil y timorato con los oligopolios y sus aliados políticos, que primero provocaron la crisis y luego hicieron que la misma se pagara con fondos públicos, expropiando el ahorro y los ingresos de los contribuyentes norteamericanos. Además, tanto usted como las administraciones que le precedieron toleraron el verdadero “ecocidio” de la explotación petrolífera offshore donde accidentes de este tipo era seguro que, más pronto que tarde, irían a producirse con las fatales consecuencias que eran de prever. Es cierto que esas grandes transnacionales están casi invariablemente dirigidas por delincuentes de “guante blanco y trajes de seda”, pero eso no justifica que su gobierno las proteja, al igual que hacen los “representantes” y senadores en el Congreso y los lobbies que financian sus carreras políticas para garantizar la primacía de los intereses de las transnacionales a costa del medio ambiente y el bienestar público de su país.
Y si los bandidos de la BP le contaminan las costas de su país es porque usted ha sido blando, débil y timorato con los oligopolios y sus aliados políticos, que primero provocaron la crisis y luego hicieron que la misma se pagara con fondos públicos, expropiando el ahorro y los ingresos de los contribuyentes norteamericanos. Además, tanto usted como las administraciones que le precedieron toleraron el verdadero “ecocidio” de la explotación petrolífera offshore donde accidentes de este tipo era seguro que, más pronto que tarde, irían a producirse con las fatales consecuencias que eran de prever. Es cierto que esas grandes transnacionales están casi invariablemente dirigidas por delincuentes de “guante blanco y trajes de seda”, pero eso no justifica que su gobierno las proteja, al igual que hacen los “representantes” y senadores en el Congreso y los lobbies que financian sus carreras políticas para garantizar la primacía de los intereses de las transnacionales a costa del medio ambiente y el bienestar público de su país.
Pero además su esposa Michelle debería darle un segundo puntapié a su trasero por caer en el infantilismo de creer que se construye poder político apelando a los twitters, facebooks y demás gadgets informáticos. Eso puede, ocasionalmente, crear un efímero clima de opinión que lo favorezca, pero nada más. Para combatir a los tiburones de Wall Street y al complejo empresarial militar-industrial se requiere mucho más que eso. Mire lo que hizo uno de sus predecesores, Franklin D. Roosevelt, que pudo realizar muy significativos cambios en la economía de EEUU (ley del seguro social, riguroso control del sistema bancario, impuestos a la riqueza y la renta, banco central, etcétera) apoyado en dos instituciones que movilizó y potenció en su gravitación: sindicatos obreros y su propio partido. Usted, en cambio, pensó que en la época actual esta vieja táctica ya no sirve, y se confió en los progresos de la informática y las telecomunicaciones. Y se equivocó.
Pero no es usted el único que merece le pateen el trasero. Otros candidatos son el Secretario de Energía de EEUU, Steven Chu así como los presidentes de las comisiones de Energía de la Cámara de Representantes y del Senado y, por supuesto, la totalidad de los integrantes de su equipo de asesores económicos (y muy especialmente Lawrence Summers y Robert Rubin, artífices de la completa desregulación del mercado financiero durante la Administración Clinton y autores intelectuales de la actual crisis económica). No se olvide también de propinarle un violento puntapié a los estafadores de Goldman Sachs, que “dibujaron” los números macroeconómicos de Grecia (¡y vaya uno a saber de cuántos países y empresas más!) y los tahúres de Moody’s, que con sus fraudulentos cálculos de “riesgo país” favorecieron a sus socios sumiendo a numerosos países del Tercer Mundo en profundas crisis económicas.
Ya que estamos en esto no se olvide de darle una violenta patada a sus compinches y peones en Tel Aviv, que se creen que tienen licencia para matar impunemente a palestinos, o someterlos, como en Gaza, a un lento genocidio parecido al que el pueblo judío tuvo que soportar a manos de los nazis, por ejemplo, en el Ghetto de Varsovia. Y, de paso, usted merece otro puntapié por apoyar a ese gobierno de fanáticos fundamentalistas, racistas y genocidas -que gracias a la política imperialista de sucesivos gobiernos estadounidenses disponen de las únicas armas atómicas que hay en Medio Oriente- y permitir que continúen burlando las disposiciones de la ONU y las reglas más elementales de la legalidad internacional, mientras usted se empecina en denunciar el armamento nuclear que ... ¡podría llegar a tener Irán pero que ahora no tiene! Eso también merece una buena patada en su ilustre trasero. De paso, podría propinarle otra a la Secretaria Hillary Clinton, preocupadísima por la carrera armamentista desencadenada por Venezuela, pese a que su gasto militar es la cuarta parte del que tiene Colombia. ¡Ay!
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