11/05/2010

El visitante incomodo

 Silvia Delgado / Kaosenlared.net
Siempre he sido poco amiga de ídolos, desde niña me espantaron esos seres, más parecidos a estrellas de rock sexagenarios que a mesías portadores de la única buena nueva posible: la justicia.
Aborrezco al Papa y todo lo que representa: siglos y siglos de engaños, de clavar a los pueblos en la cruz de la resignación.
Sabemos  que dios nunca estuvo muerto puesto que nunca fue parido y el papa también sabe esto y toda su cohorte, pero sostienen  esta inmensa trampa  con promesas de eternidad que nunca se cumplirán.
Debe continuar con este gran invento para que no caiga en el olvido que lo cuenta todo, que cuidadito con aquellos que follan o son ateos, que tiene línea directa con el cielo.
Ratzinger, este tipo que con sólo  mirarlo te tiemblan desde las pestañas hasta  los ovarios, es hoy el representante de ese dios que nunca fue parido y pone a funcionar la propaganda aún sabiendo que el producto está en mal estado, desea  rescatar a eso fieles que dudan entre el fútbol, los centros comerciales, la droga, Obama, o su personaje caducado.
Y va de aquí pa allá con su alfombra blanca, con sus palomas blancas, con sus discípulos de sotanas blancas y habla para un mundo que adora el becerro de oro que esconde bajo su falda.
Este tipo viajará estos días al Estado español,  lo recibirán manadas de fieles adoradores de la nada, besarán sus manos sarmentosas, rezarán, se golpearán el pecho y darán las gracias por haber visto a este hombre parido de mujer desgarrada.
Ni más ni menos: un actor siniestro, una escenografía sublime y el club de fans más numeroso, apasionado y estèril  de la historia.

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