3/14/2011

Desde Wisconsin


El gobernador republicano Scott Walter se salió con la suya momentáneamente. Recién asumido en enero y ubicado en el extremo derecho del arco de por sí derechista del partido republicano, apenas asumido comenzó a impulsar una ley considerada lesiva por los trabajadores y los gremios.
Los primeros protestaron porque les reducía 8 por ciento el salario, al elevar sus aportes a la seguridad social, el seguro médico y el sistema de pensiones. Los segundos, porque les veda discutir convenciones laborales, la seguridad y condiciones de trabajo; supuestamente sólo podrían entender en el tópico salarial, aunque por el recorte citado tampoco allí podrían esperar nada bueno.
La poda en los salarios tuvo por excusa el déficit presupuestario de Wisconsin, estado del medio-oeste norteamericano, que proyecta para el nuevo año fiscal un déficit de 3.600 millones de dólares. El fenómeno del súper endeudamiento es general para 45 estados de la Unión, que en conjunto tendrán un rojo de 125.000 millones de dólares.
Las cuentas públicas tampoco cierran para el gobierno federal. Barack Obama está lidiando con un proyecto de presupuesto que prevé un déficit fiscal de 1.65 billones (millones de millones de dólares) para 2011. Esta enormidad significa 11 puntos del Producto Bruto Interno y bate todos los record desde 1945. Los últimos paquetes de financiamiento estatal y paquetes de estímulo tras la crisis de 2008, que impulsaron tanto George Bush como su sucesor en la Casa Blanca, están inflando estos números de espanto.
El estado financiero muchos Estados está cercano a la bancarrota, argumentó el gobernador republicano. Y así trató de justificar su ajuste.
Los empleados públicos, maestros, profesores y demás agentes salieron a la calle como en una estampida. Los estudiantes, jóvenes, desocupados, artistas y otros sectores populares se sumaron a las manifestaciones contra el paquete. El punto más alto fue el sábado 27 de febrero cuando casi 100.000 personas se concentraron frente al Capitolio de Madison, la capital del Estado.

Estos miles de norteamericanos debían lidiar con la propaganda adversa de los republicanos, que cala en ambientes medios y ricos, y aún entre los trabajadores privados. Estos consideran que sus pares del sector estatal ganan más que ellos y producen menos. De todas maneras en esos días hubo multitudes reclamando por sus derechos, como no se había visto en 50 años. Habría que remontarse a los ´60 y ´70 con actos contra la guerra de Vietnam, para encontrar puntos de referencia.
Esa movilización coincidió con la revuelta en Egipto, todo un índice de la politización. “Hosni Walker” decían algunos carteles agitados por los trabajadores. El cineasta Michael Moore dijo que había que poner algo de Madison en El Cairo y algo de Egipto en Wisconsin, alegando la falta de democracia.

Todo para los ricos
El déficit presupuestario de Wisconsin es real, pero fue profundizado por el gobernador en su breve mandato. Es que, siguiendo las doctrinas del “derrame” ideadas por el neoliberalismo y aplicadas por Ronald Reagan y la familia Bush, Walker dispuso una baja de los impuestos a sectores de muy buenos ingresos. Les permitió acumular esas rebajas en cuentas que sus críticos califican como de “paraísos fiscales” porque nadie las fiscaliza ni pagan impuestos.
Esa disposición, cara al partido republicano y a su grupo más fascistoide de “Tea Party”, con Sarah Palin como abanderada, tuvo por consecuencia incrementar déficit de Wisconsin al mermar sus ingresos.
Acorralados, los asalariados del sector público, admitieron por vía de los sindicatos la baja salarial, pero pidieron que el gobernador aceptara negociar ese descuento y desistiera de la quita a los sindicatos de la potestad para negociar convenios.
La respuesta fue negativa. El 2 de marzo el Senado del estado votó por apretada mayoría la cuestionada ley, tal como lo quería la bancada republicana. Para ello tuvieron que sortear no sólo las marchas y protestas sino también un boicot de varios senadores demócratas que se ausentaron del Estado para no tener que comparecer en el recinto. La amenaza oficial fue que comenzarían 1.500 despidos de trabajadores y al final esos legisladores volvieron.
El proyecto con media sanción terminó el 10 de marzo por ser votado también por la Cámara de Representantes, con lo que la iniciativa tiene carácter legal.
De todos modos se espera que la protesta social continúe a la hora de su aplicación, cuando se concreten sus medidas agresivas para con el ingreso de los empleados estatales. El rechazo se extendió a Indiana y Ohio, y en menor medida a otros 12 Estados.
Además, tal resistencia es muy probable porque está de por medio el segundo aspecto, antisindical, de la propuesta gubernativa. En 17 Estados se intenta coartar la actividad de los sindicatos. En EE UU existe la Federación Estadounidense de Empleados Estatales, de Condados y Municipales (AFSCHE) con bastante poder de negociación e influencia política, cercano al partido demócrata. Esa entidad gremial fue fundada en 1930 en Madison.
No hay que ser muy listo para darse cuenta que el ataque antisindical de Walker, Palin y el “Tea Party” tiene un componente de política presupuestaria y sobre todo uno de índole electoral. El sindicalismo, la AFL-CIO y otras entidades están aliados a los demócratas. Un golpe en su contra apunta contra las chances reeleccionistas de Obama en 2012 y favorece a los republicanos, que ganaron las elecciones de mitad de mandato en noviembre pasado.

Es la economía y la política
No es que en EEUU se esté incendiando un Estado aislado. Todo el país está en grave crisis presupuestaria porque la deuda nacional bruta alcanzó 50,53 billones (millones de millones) de dólares en 2010. Así la midió la Reserva Federal, contabilizando las deudas de las familias, las empresas no financieras y el sector público (36,30 billones de dólares) y el sector financiero (14,23 billones).
Obama tiene dramas para que le aprueben el presupuesto y para ponerlo en marcha. Además el gobierno federal está abonando los salarios de muchos condados y ciudades que no tienen dinero para cumplir con sus maestros, médicos, bomberos, etc.
¿Acaso EE UU es un país pobre? Claramente no lo es y en ese sentido tiene razón Michael Moore, que el 5 de marzo fue hasta Madison para solidarizarse con la protesta social. Allí pronunció un discurso donde aseguró: “el país dispone de riquezas y de efectivo. Lo que sucede es que no están en vuestras manos. Se han transferido, en el mayor atraco de la historia, de los trabajadores y consumidores a los bancos y las billeteras de los superricos. Hoy sólo 400 estadounidenses tienen la misma cantidad de riqueza que la mitad del total de los estadounidenses”.
Esos billonarios también apoyan al gobernador de la polémica ley. Entre los más destacados, están los hermanos Charles G. y David H. Koch, de Hermanos Koch de productos de energía y de consumo, con sede en Kansas. A través de su controlada “Norteamericanos a Favor de la Prosperidad” (AFP), los hermanos fueron aportistas principales a la campaña del “Tea Party”, Walker incluido. El “Consejo Norteamericano de Intercambio Legislativo”, financiado por ellos, fue el asesor de la ley antigremios.
En definitiva, la asociación de los monopolios y la derecha más recalcitrante, en proceso de fascistización, es la que está agravando la crítica situación de la economía. Un premio Nobel que no pertenece a la izquierda, como Paul Krugman, escribió que la “crisis fiscal en Wisconsin y en otros Estados ha sido causada esencialmente por el poder creciente de la oligarquía estadounidense”.
Un buen ejemplo de esa oligarquía es la banca de inversión Goldman Sachs, que incurrió en diversos delitos durante y después de la crisis de 2008, ocultando información, inflando ganancias, haciendo negocios especulativos, etc. Al final se supo el castigo impuesto por la Securities and Exchange Comisión: 550 millones de dólares. Parece mucha plata pero resulta que en 2009 Goldman Sachs ganó 12.200 millones de dólares La multa fue el equivalente a su ganancia de dos semanas.
Esa falta de castigos reales incrementa la afición del gran capital por la apuesta especulativa y nuevas crisis en un país donde el desempleo alcanza al 10 por ciento. Lo nuevo y muy valioso es que, a diferencia de tres años atrás, los coletazos de la crisis ahora le ponen el despertador a la clase trabajadora y otros sectores sociales.

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