4/26/2011

El poder de la escoria

 Francisco Rivas-Linares
“¿Puede el timorato y el mediocre preferir el riesgo de la libertad a la seguridad de la opresión que lo exime de afrontar lo desconocido?" E. de La Boétie
Corrupto, mentiroso y rapaz (además de) serían los tres adjetivos que con justicia se ha ganado el gobierno federal, cuyo principio se fincó en la tranza, el fraude y el truco soez mediático. ¿Qué resultado podríamos esperar? Sólo el parto de un ogro que no tiene nada de filantrópico y del que no sabemos ya cómo librarnos.

Ante los embates cotidianos a nuestra economía, así como la tozudez por mantener al ejército en funciones de policía, prevalecen en el poder los arrebatos autistas que lo sustraen de la realidad. Por eso reclaman de nosotros austeridad en los gastos, en tanto que ellos redoblan sus afanes por dilapidar y privatizar el patrimonio de la nación, vía contratos incentivados a Pemex o restringiendo la generación de la electricidad para favorecer a las élites empresariales.

Ahora reflexionemos sobre los siguientes datos:

Procampo sigue financiando a narcos y subsidiando a funcionarios y familiares. El extravío de los 500 millones de dólares que el Banco Mundial otorgó para programas diseñados contra el cambio climático, sigue sin explicarse. El dato escalofriante que la empresa Trace Internacional, refiriendo que el 85% de los sobornos que se hacen en México procede de personas relacionadas con el gobierno, no afectó la prevalencia de la corrupción. La investigación del periodista Álvaro Delgado y publicada en el semanario Proceso, dando cuenta sobre el millonario patrimonio acumulado por el señor Calderón en los tres años de su gobierno, no dio pie para una investigación profunda. Los cien millones de pesos que los diputados gastaron únicamente en viajes por avión, de septiembre de 2009 a febrero de 2010, además de los 8 millones 298 mil pesos que ganan en promedio anual cada uno de ellos por trabajar sólo siete meses, no les causó sonrojo alguno.

Los 150 millones de pesos que la Secretaría de Educación le entregó a Elba Esther Gordillo, para pagos y apoyos a integrantes del sindicato de su propiedad, denominada SNTE, no afectó la dádiva de dos mil 200 millones de pesos más que le concedió Calderón, para que les comprara computadoras a sus domesticados en oficios de mapachería electorera. Por algo están aliados.

La persistente violación a los derechos humanos denunciada por organismos internacionales, no les ha obligado a dar cumplimiento al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Tres millones de desempleados. Seis millones adicionales de pobres. Más de 17 mil muertos por violencia. La complicidad de los líderes “charros” con los organismos empresariales. La manipulación de la estadística inflacionaria. La caída del 44% de nuestro poder adquisitivo. Los excepcionales salarios y compensaciones de ministros, legisladores y altas y medianas jerarquías del gobierno. Los montos miserables de los asalariados, pensionados y jubilados. Y para qué seguir deshilvanando esta cadena de espantos, cuando nos ha quedado claro que la oligarquía y los políticos se conceden, para sí, el consenso, la gracia y la justicia. Y para el pueblo: los palos y la expresión clásica del salinismo: Ni nos ven ni nos escuchan. Tal es la consigna del poder de la escoria.

Y en este acto de reflexión en que nos encontramos, cabe recordar el discurso “Sobre la servidumbre voluntaria” del joven escritor francés La Boétie. Un escrito del siglo XVI que cobra actualidad. Dice en uno de sus párrafos: “De momento, quisiera tan solo entender cómo pueden tantos hombres, tantos pueblos, tantas ciudades soportar un solo tirano, que no dispone de más poder que el que se le otorga, que no tiene más poder para causar perjuicios que el que se quiera soportar (…) Es realmente sorprendente ver cómo millones y millones de hombres son miserablemente sometidos y sojuzgados, la cabeza gacha a un deplorable yugo, no porque se vean obligados por una fuerza mayor, sino porque están fascinados, embrujados por el nombre de uno al que no deberían temer (puesto que está solo), ni apreciar (puesto que se muestra para con ellos inhumano y salvaje)”.
Concluyo con una expresión del propio autor que me ocupa: “La primera razón de la servidumbre voluntaria es la costumbre."

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