4/11/2011

Rebeldes diferentes


Aunque históricamente los motivos que originan una revuelta popular suelen ser siempre los mismos, es decir: pan y libertad, no todas las revoluciones tienen el mismo tratamiento por los medios de comunicación, ni todos los rebeldes son ayudados de la misma manera por quienes ostentan el poder. No es lo mismo “su” revolución que la “nuestra”, y no son lo mismo “mis” rebeldes que “sus” rebeldes.
En 1952 se inició en Kenia la “Rebelión del Mau Mau”, una guerrilla de insurgentes kenianos que se levantó contra el imperialismo británico. Estaba compuesta mayoritariamente por individuos de la etnia kikuyu y fue conducida por “The KCA” (Kikuyu Central Association), una organización creada en 1925 para representar a las distintas voces kikuyu ante los atropellos de la administración colonial británica. Durante décadas reclamaron al gobierno colonial la devolución de las tierras que éste les expropió y que siempre habían sido suyas. Dejándoles como única opción el trabajarlas a cambio de 1/5 del salario que percibía un empleado blanco por el mismo trabajo.
Durante la década 1936-1946 los colonos blancos aumentaron la presión sobre los trabajadores kikuyu, empeorando gravemente sus ya denigrantes condiciones laborales. En 1940, la ya ilegalizada KCA, inició una campaña de desobediencia civil. Se instauró un juramento de adhesión al movimiento de desobediencia que estaba inspirado en el juramento británico, solo que en vez de jurar sobre la biblia lo hacían sobre una pieza de carne de cabra, mientras sostenían en la otra mano un puñado de tierra, simbolizando así las dos reclamaciones de un pueblo expoliado y explotado por el imperio británico: el alimento y la tierra. El simple hecho de prestar este juramento, era castigado por las autoridades coloniales con pena de prisión indefinida.

Basándose únicamente en interpretaciones y rumores interesados, los colonos quisieron ver en aquel juramento una ceremonia sangrienta en la que imperaba el canibalismo, la zoofilia, las orgías sexuales, así como la promesa de matar y descuartizar a los colonos blancos (?). La insistencia de estos fantasiosos rumores convencieron a las autoridades británicas de la necesidad de intervenir en auxilio de los colonos.
La intervención británica, que tal vez en la actualidad se hubiera ganado el apellido “humanitaria”, se tradujo en:
—90.000 kenianos torturados, mutilados o ejecutados durante la represión. Entre las torturas: heridas de bala en las extremidades, castración de los hombres y violación de las mujeres.
—160.000 kenianos encerrados en campamentos de prisioneros entre 1952 y 1960.
—El 90% de la etnia kikuyu resultó detenido.
32 europeos muertos.
—Nuevas confiscaciones de tierras como castigo contra los rebeldes.
—Detenciones sin cargos
—Contratación de 20.000 mercenarios locales para llevar a cabo la represión.
—Contratación de 21.000 policías paramilitares.
—Miles de civiles británicos armados por el imperio.
—Una división completa del ejército británico con el apoyo de bombardeos realizados por la Fuerza Aérea Británica (RAF-Royal Air Forces)
Por medio de la ocultación intencionada de información, de la tergiversación más flagrante, y de la desinformación más intolerable, la Rebelión Mau Mau fue trasladada a la opinión pública como una “rebelión contra los blancos”, y no como una rebelión contra expoliadores, explotadores, torturadores y asesinos, independientemente del color de su piel, algo que, más allá de ser un dato secundario, es sorprendentemente reincidente en la dirección blanco-cualquier otra raza.
A pesar de la brutal represión imperial, esta Rebelión del Mau Mau, contribuyó de forma trascendental a la independencia alcanzada en diciembre de 1.963.
En la actualidad, la asociación de excombatientes kenianos, que increíblemente no fue legalizada hasta el año 2.003, ha demandado al Gobierno británico exigiendo una compensación por los abusos y la represión llevada a cabo por el imperio británico en aquellos años.
Esta demanda ha sacado a la luz más de 1.500 documentos secretos que respaldan la versión de los torturados, confirmando que los rebeldes fueron sometidos a todo tipo de torturas y vejaciones entre 1952 y 1960.
Cuando menos, resulta sorprendente la forma tan distinta de tratamiento que reciben, en los medios y desde el poder, las distintas revueltas populares. No es lo mismo pedir pan y libertad en Kenia, que pedirlo en Egipto, que pedirlo en Bahrein, que pedirlo en Libia.

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