Por Pomponio
Como
diría el doctor Frankenstein, vamos por partes. El dulce cura viejito
criollo que, según la imagen el régimen quiere afianzar, inicio entre
chocolatitos la terrible guerra de independencia que ensangrentó y
destruyo a la Nueva España, no es tal. Y si, tal vez no era en sus
inicios un furibundo Che Guevara mas es obvio que si era lo que se
entendería por rojillo en esos tiempos. Si lo afirmo es porque tengo
los pelos de la mula (el libro de Paco Ignacio Taibo II – “El Cura
Hidalgo y sus Amigos”) en las manos.
I. La Nueva España
Fernando
VII era un hijoeputa. Conspiro para derrocar a su padre, Carlos IV,
pero el cachorro resulto tan pendejo que no tuvo éxito. La reina era
putisima. Se decía que tenia de amante al ministro Godoy (no guey, no
es el de Michoacán) y que Fernando VII había sido engendrado por este. O
sea, los retrasados mentales que hoy detentan el trono español tal vez
no tengan ni una gota de sangre borbona. (En justicia, los borbones del
siglo XVIII le dieron a España y sus colonias mejor gobierno que los
Habsburgo que reemplazaron, los cuales habían degenerado a tal grado por
la consanguinidad que el ultimo Habsburgo, Carlos II, llamado “el
Hechizado”, resulto ser tan lleno de taras que no podía ni aparearse
para procrear un hijo. Por lo imbéciles, los “borbones” de hoy
recuerdan más bien al ultimo Habsburgo.)
El
caso es que Napoleón I vio la clase de cloaca inmunda que era la corte
española y decidió que bien podría gobernar ahí su borrachín hermano
José. Mando encarcelar tanto a Carlos IV como a Fernando VII y proclamo
rey de España a José. La plebe española pronto bautizo a este como
“Pepe Botella” y con gran celo patriótico hubieron levantamientos en
toda la península contra él. Corría el año de 1808.
En la
Nueva España el régimen de Pepe Botella también causo aspavientos. El
licenciado Primo Verdad, en el ayuntamiento de la muy real y señorial
Ciudad de Méjico (con jota) presento una tesis francamente irrefutable.
El rollo de Verdad era más o menos el siguiente: “…el papa Borgia,
Alejandro VI, en el tratado de Tordesillas, claramente le concedió la
Nueva España a la corona de España, no a España…al no haber un rey
legitimo de España sino un pelele impuesto por Napoleón, entonces el
tratado es nulo, España no tiene ningún derecho a gobernar en tierra de
indios, y debe de reasumir su soberanía la ciudad que gobernaba lo que
es hoy la Nueva España. ¿Y no era esta la antigua Tenochtitlan, hoy
Ciudad de Méjico?...”
¡Josu!
¿Qué implicaba eso? ¿Qué la “indiada” iba a volver a gobernar? La
criollada ilustrada (Primo Verdad, Fray Servando, Hidalgo, Allende) no
le tenían miedo a andar entre la “indiada”. Pero, ¿y que de los
peninsulares que encabezaban los más altos puestos directivos en la
iglesia, el gobierno, y el comercio? O peor, ¿Qué de los wannabe de
gachupin (que abundaban), los mestizos que se avergonzaban de sus pelos
parados y bigotes de aguamiel e insistían en cecear las zetas? ¿Los
iban a sacrificar a todos en el altar de Huichilobos o peor, regresarlos
a Butrafago de las Alpargatas a que se murieran de hambre en las áridas
y pobres tierras de la península? ¡Me cago en Cristo que la “gente de
razón” no iba a tolerar tal cosa!
“La
gente de razón” luego luego se organizo para oponerse a los “ideas
radicales” del licenciado Verdad. Formaron un grupo que la plebe
comenzó a llamar “Los Gachupines”, equivalente al Yunque y CCE de
nuestros días. Contaban entre ellos a los clérigos más encumbrados,
hacendados, comerciantes, varios miembros del gobierno virreinal, y si,
la punta de pendejos wannabes de siempre (hoy los llamamos PANistas).
Estos últimos serian los gatos, la carne de cañón. Los encabezaba un
hacendado de tierra caliente llamado Gabriel Yermo, el cual siempre le
fue nefasto a la causa de la independencia, llegando incluso a formar
contra guerrillas para combatir a los insurgentes en el sur.
II. Militares Masca Vidrios
El
fiel de la balanza era el virrey, don José de Iturrigaray. Pero, ay,
este era un viejo rete cabron. Por principio, era un militar masca
vidrios. Luego luego se avoco a fortificar Veracruz, Xalapa, y Fortin,
por si se les ocurría a los gabachos desembarcar. El mismo regimiento
de Lanceros de la Reina en que militaba Allende había sido formado
entonces. ¡E Iturrigaray puso en pie de guerra a la Nueva España
reclutando y dándole armas a la “indiada” que tanto despreciaban “los
Gachupines”! Eso era muy peligroso.
Verán,
unas décadas antes había habido otro virrey, militar español masca
vidrios, que resulto ser un genio militar, José de Gálvez (los gringos
lo recuerdan en el puerto de Galveston). Este virrey Gálvez decidió
intervenir en la guerra de independencia gringa pues tanto gringos como
ingleses tenían que “enseñarse a respetar” pues entraban y salían del
virreinato como si fueran los patrones (hoy en día SON los patrones) y
hasta se habían agandallado tierras mejicanas en la Luisiana y la
Florida. (Y es que, chiquillos y chiquillas, en ese tiempo el Golfo de
México SI era de México.) Para tal efecto Gálvez levanto tropas
mexicanas (perdón, mejicanas) que marcharon del centro hasta Tejas. De
ahí cruzaron el Misisipi y recuperaron Nuevo Orleans que estaba en
posesión de los herejes (perdón, quiero decir ingleses, he estado
leyendo en demasía a Pérez Reverte).
Y no
contento con esa hazaña, Gálvez decidió seguirse hasta la Florida donde
también mando a la chingada a los ingleses ahí, específicamente en
Pensacola, que fue tomada por las tropas mejicanas que Gálvez
encabezaba. Los ingleses decidieron intentar reinvadir Florida y para
tal efecto mandaron unas tropas bajo el mando del general Campbell.
Igual, Gálvez y sus mejicanos los volvieron a derrotar, humillando a la
misma Black Watch (51st Highlander). De ahí entonces que no pudieron
reforzar a Cornwallis en Yorktown, Virginia, y este se tuvo que rendir
ante Washington. (Moraleja: los gringos le deben su independencia a los
mejicanos.) Corría el año de 1781.
Pero, y
este era el pero que “los Gachupines” tenían con cualquier militar
español masca vidrios que estuviera dispuesto a armar a la “indiada”, a
su regreso a Méjico, al frente de un ejército victorioso que le era leal
a muerte, el virrey Gálvez empezó a pensar seriamente en independizar a
México, igual que George Washington había hecho con las colonias
británicas. Y carajos, con sus tropas mejicanas Gálvez se seguiría,
construiría una flota, y tomaría también Cuba, plan que el payaso de
Santa Anna también ideo pero que solo Gálvez hubiera hecho realidad.
Hasta fijo una fecha para proclamar la independencia, sería el 12 de
diciembre de 1783. Pero, unas semanas antes, Galvez amaneció muerto en
palacio. Se sospechaba que había sido envenenado por la santa madre
iglesia católica, apostólica y romana. La puta de Babilonia había
vuelto a joder a México, y lo sigue haciendo hasta nuestros días.
E
Iturrigaray tenía, a los ojos de “los Gachupines”, la misma pinta que
Gálvez. Y era, además un grandísimo cabrón pues era incondicional de
Godoy. ¡Hasta se decía que metió de contrabando un chingo de mercancía
cuando llego a la Nueva España! Poco respeto les tenia Iturrigaray a
“los Gachupines” y peor, en cuanto oyo la propuesta del Lic. Verdad no
mando luego luego que le dieran el garrote sino que hizo saber “…que
meditaría si era necesario proclamar la independencia de Méjico, por lo
menos hasta que don Fernando VII fuera liberado y asumiera otra vez el
trono…”
Así
pues, lo que Iturrigaray sopesaba era la misma arenga (“¡Viva Fernando
VII!”) que Hidalgo uso dos años después. Se independizaría a la Nueva
España y luego se viriguaria. Era muy remoto que Fernando VII regresara
al trono. La Grande Armee era un trabuco y Napoleón un chingón. (Solo
fue cuando el corso hizo el error de meterse a Rusia que su imperio
llego a su fin.) Ciertamente, el gran Morelos fue el primero que
abiertamente proclamo la independencia de México (con equis). Pero, en
la práctica, lo que iba a intentar Hidalgo era lo mismo: independizar a
la Nueva España
III. El Primer Golpe de Estado
Asi
pues, no tardaron “los Gachupines” en coincidir que Iturrigaray era “un
peligro para España”. La realidad era que a Yermo y el resto de “los
Gachupines” les importaba un carajo Fernando VII o quien gobernara con
tal de que pudieran seguir mamando de la generosa teta que era (como
hoy) la Nueva España. Había que quitar a Iturrigaray y si, arrestar y
meter en la cárcel a Primo Verdad y el resto de los criollos que andaban
llenándole la cabeza de humo a la “indiada”.
“Los
Gachupines” comenzaron a conspirar. Tenían plata en abundancia,
producto de sus diezmos, de sus minas, de sus haciendas. Y tenían una
abundancia de incondicionales entre los wannabe de gachupin, los
mestizos que ceceaban las zetas para sentirse españoles. Decidieron que
Iturrigaray y el rojillo ese de Primo Verdad “aprenderían a respetar”.
Una
noche de septiembre de 1808 tomo lugar el primer golpe de estado en la
historia de Méjico. Yermo encabezo a sus achichincles y tomaron el
palacio virreinal. Arrestaron a Iturrigaray. Le pusieron grilletes y
lo mandaron derechito a Veracruz para que se regresara a España. Por lo
que toca a Primo Verdad, también fue arrestado e igual lo mandaron en
grilletes a Veracruz, específicamente a las horrendas crujías de San
Juan de Ulúa donde murió de tuberculosis.
Fue
así que por primera vez en la historia de México la derecha, los
pacíficos, los potentados, los respetuosos de “las instituciones”, y sus
esbirros wannabes habían violado la ley para asegurar que seguirían
mamando del presupuesto. Este horrible precedente continúa hasta
nuestros días.
Y ya
hechos del poder Yermo y sus incondicionales buscaron un pelele para que
ejerciera el mando. Impusieron a un anciano que ya chocheaba, el
mariscal Pedro Garibay, como virrey. ¿Les suena familiar esto?
Y les
mencione que eso ocurrió “una noche de septiembre”. ¿Saben cual? La
noche del quince de septiembre. Esa fecha no la olvidaría la criollada
ilustrada. Y entre estos estaban Hidalgo, Allende, la corregidora, etc.
IV. El Retrato
En
1810 Hidalgo tenia 57 años. No era un anciano ochentón. La litografía
de Claudio Linetti de 1826, cuando todavía vivían testigos presenciales,
muestra a un fulano criollo de nariz afilada que ya echo panza pero que
todavía es físicamente imponente. Viste a la chinaca, con camisa con
olanes y pantalones acampanados y trae un sombrero de ala ancha. Alza
un crucifijo como arengando a sus fieles a seguirlo. El pelo ha
encanecido. Pero el sombrero impide ver si es calvo.
Cuando
Maximiliano llego a México pocos quedaban vivos que recordaban como era
Hidalgo. El mejor hombre que tenia Max (estaba rodeado de puros
conservadores, es decir, de pendejos) era Carlota, la hija del rey
Leopoldo de Bélgica, uno de los más grandes genocidas e hijos de puta
que han existido. De tal palo tal astilla. Carlota convenció a Max que
hiciera de Hidalgo un icono, que había que convencer a la “indiada” que
el régimen de Max era la consumación de la lucha de Hidalgo. Para tal
efecto Max comisiono lo que sería la versión oficial (hasta nuestros
días) de Hidalgo. Hizo que un cura austriaco allegado a el posara para
el retrato. Si, de ahí nació el cura calvito, ancianito, bonachón. El
mensaje de Max era claro: miren a este viejecito; yo continúo su
obra…ustedes sean como él…bonachones…calladitos se ven más bonitos.
Y sin
embargo, ¡al mismo tiempo que Max sacaba a pasear a esta versión del
cura unos chinacos con pantalones bombachos, olanes en la camisa, y
sombreros de ala ancha andaban, bajo el mando del genial guerrillero
Riva Palacio partiéndole la jeta a los zuavos allá en el bajío donde el
Hidalgo original, el que andaba vestido de chinaco, no el viejecito que
tomaba su chocolatito, hizo su desmadre!
V. “Un cura extraordinario” – AMLO
Este “cura extraordinario”…
… hablaba francés, latín, griego, náhuatl, y varias lenguas indígenas.
…compraba de contrabando los libros de los enciclopedistas franceses que habían inspirado la revolución de 1793.
…era
un chile dulce, un “ladies man”, tuvo muchas amantes, y pobló el Bajío.
Todavía hasta nuestros días se encuentran descendientes de Hidalgo por
esos rumbos.
…estableció
un viñedo pues le cagaba tener que pagar una fortuna por el vino que a
huevo tenía que comprársele a España. Fue por ello que se metió en una
bronca con el gobierno virreinal que le clausuro el negocio y mando
arrasar el viñedo.
…tradujo
el Tartufo de Moliere al castellano y escenifico esta obra ante la
plebe (la cual se supone que despreciaba) y luego hizo a la primera
actriz de la obra su amante. (Esa hazaña de llevar la cultura
directamente al pueblo me recuerda como el poeta García Lorca, durante
la republica española, iba de pueblo en pueblo escenificando las obras
del siglo de oro español ante los iletrados campesinos que, oh sorpresa,
apreciaban y aplaudían las obras.)
…permitió
que la “indiada” le entrara a la batalla en el Monte de las Cruces, a
pesar de que solo tenían machetes y contra los consejos de Allende pues
entendía que “…tienen 300 años de agravios que hacerse pagar…”
…aprobó
la impresión del “Despertador Americano”, un periódico revolucionario,
con retorica mas encendiaria que el Granma o el Sendero.
…bajó
el estandarte de la Lupe del altar de la iglesia de Atotonilco y se la
presento a los indígenas, arengándoles con ella no en castellano sino en
mexicano y llamando a la imagen “Tonantzin”. La noticia cundió como
relámpago en la sierra y miles de indígenas se bajaron de ella coreando
“¡Tonantzin! ¡Tonantzin!”
…inspirado
por los “droits des hommes” de los revolucionarios del 93 o simplemente
porque le asqueaba esa chingadera y, carajos, tenía la oportunidad de
hacerlo, abolió la puta esclavitud en cuanto entro a Guadalajara.
…en
cuanto llegaba a un pueblo mandaba vaciar las cárceles diciéndoles a los
presos: “Hijos míos, sois libres. Nuestra justicia no es la de ellos.”
Conste, el revolucionario, el líder insurgente, el cura cabrón decía:
“la justicia de ellos”, la justicia que castiga al pobre, la de los
ricos, la de “los Gachupines” de Yermo, la justicia que le da impunidad
al poderoso. ¡Y todavía hay quienes afirman que Hidalgo no era radical y
revolucionario! Esta acción es digna de un Praxedis Guerrero.
Ah,
pero la derecha nos insiste en la imagen del Hidalgo que era calvito,
bonachón, y tomaba sus chocolatitos. Si creemos la versión
maximilianista y del régimen cristero tal vez fue una malinterpretación o
un simple error lo que hizo, a la mejor ya chocheaba. La misma iglesia
ahora lo reclama y trata de encaramarse en su imagen (igual que Max y
Carlota lo intentaron en su día) olvidando como lo excomulgo y lo
persiguió con saña. Y hoy, gracias a la Chucky, los niños mexicanos
conocen menos a Hidalgo que a Mickey Mouse (Fidel Castro dixit).
VI. Esa Noche
Si,
hay varias versiones de lo que paso esa noche de 1810. Pero la que se
ha hecho dogma es la de don Manuel Payno, escrita más de cincuenta años
después de los hechos.
La
conspiración era un desmadre. Medio Guanajuato sabía que se tramaba
algo. En las cantinas se discutía como se mandarían a los españoles de
regreso a su casa. En las tertulias de la corregidora habían mas
soplones que militantes. Hidalgo había asistido a esos “círculos de
estudio” pero no se había involucrado mucho.
El que
era el motorcito de la conspiración era don Ignacio Allende, capitán
del Regimiento de Lanceros de la Reina. Hablaba con el que se dejara,
tratando de reclutarlo. Varios militares en los que confió advirtieron
al gobierno virreinal de sus actividades. Era cuestión de tiempo antes
de que los levantaran. Pero al virrey recién llegado de España,
Francisco Venegas y Saavedra, le pareció que no ameritaba mandar tropas a
Guanajuato. Con mandar unos alguaciles a aprender a esos revoltosos
bastaba.
Y
ahí nace el rollo de doña Josefa alertando a un criado (en realidad el
vecino de la planta de abajo) que cabalga toda la noche (fueron varios
los que fueron mandados a alertar pero solo uno llego) a advertir a
Allende y Aldama. Estos conferencian con Hidalgo (¿por qué? Hidalgo no
se había involucrado tanto). Allende decide pelarse a la sierra,
conoce al virrey. Aldama haría lo que dijera Allende.
Hidalgo
es el que se opone y dice ¡basta! Exclama lo de “es hora de matar
gachupines”. O sea, ¿el dulce cura viejecito y chocolatero insiste en
que es hora de mostrar huevos y de derramar sangre? ¿Y no es
“gachupin” don Miguel? ¿No cecea las zetas también? ¿Cómo puede
entonces pedir que hay que rebanarle el pescuezo a los españoles? No
suena lógico, lector, a menos que don Miguel se estuviera refiriendo a
“los Gachupines”, los de Gabriel Yermo.
¡Y
todo esto toma lugar exactamente a los dos años del cruento golpe de
estado que hicieron “los Gachupines” en 1808 derrocando a Iturrigaray!
Yo no
sé, pero don Manuel Payno a veces escribía borracho. Y si, el autor del
Fistol del Diablo era bien rollero. Pocos testigos vivían cuando
escribió su historia “La Noche del 15 de septiembre de 1810”. No
concibo a un Allende dispuesto a pelarse al monte. Más bien creo que se
iria derechito al cuartel de los Lanceros de la Reina para soltar “los
perros de la guerra” (casi todo el regimiento lo siguió una vez que
comenzó la bola). Si Hidalgo no se había involucrado mucho creo que fue
por prudencia (carajos, como dije, la mitad de los asistentes a los
círculos de estudio de doña Josefa era agentes de gobernación del
gobierno virreinal).
Imagínese
usted cual vecino de Dolores esa madrugada cuando el cura empieza a
chingar con las campanas. A menos que el cura no le hubiera estado
inculcando ideas levantiscas en la homilía por un buen tiempo usted lo
hubiera mandado a la chingada cuando proclama eso de “muera el mal
gobierno”, ¿verdad? No, Hidalgo tuvo que haber hecho labor de zapa,
cambiándoles la mentalidad a los vecinos de Dolores. Si no, no lo
hubieran seguido. Hubieran seguido de “lupitanos”, resignados a que
“ansina son las cosas y no van a cambiar”, y solo un milagro de la Lupe
nos quitaría el mal gobierno.
Que
quede claro. Los vecinos que siguieron a Hidalgo eran hombres libres,
que sabían a lo que iban, que no les importaba si los mataban, que
sabían lo criminales y ladrones y nefastos que eran “los Gachupines” de
Gabriel Yermo, que estaban dispuestos a cambiar “el mal gobierno” que
esos cabrones habían implantado, que sí, porque así se los dijo el cura,
insisto, sabían que eso de “viva Fernando VII” era puro pretexto para
poder independizar a México (con equis) de España. Y hacer eso,
cambiarle la mentalidad a la masa agachona, y encabezarlos en una
revuelta, solo lo hace un revolucionario. O sea, imagínense un Pancho
Villa que dice misa y habla francés. Ese era Hidalgo.
VII. Hidalgo Vive
La
cabeza la colgaron en la Alhondiga, pa que la “indiada” se ensenara a
respetar. Inconscientemente, el usurpador volvió a emular al virrey.
En el 2010 sacaron a pasear esos huesos y los exhibieron en palacio
nacional, para que la “indiada” entendiera que esos hombres ya están
muertos, que ya no hay hombres como ellos hoy, que ahora lo que tienen
que hacer es cantar “sha-la-la” o si no, callarse, como aconseja el rey
de España, pues calladitos se ven más bonitos.
Pero
el cura terco y cabrón ese vive. No ha muerto. Hay un soplo de él en
Solalinde, en el obispo Vera, en los otros clérigos que ayudan a los
migrantes, los más jodidos de los jodidos. Se volvió a manifestar en
los setentas, con el padre Ernesto Cardenal allá en Nicaragua que peleo
con los sandinistas, que no se puso a besuquear a Somoza, y que fue el
primer ministro de cultura del sandinismo y llevo a cabo la hazaña de
erradicar el analfabetismo en esa nación. Ah, y por cierto, don Ernesto
es mejor poeta que el mentado Sicilia.
Si hoy
viviera Hidalgo no sería incondicional de Perverto Rivera o jugaría
golf con Pomesimo Seempeda o condenaría a los gays como el cardenal Boca
de Bagre. Tampoco andaría besándole el escroto al usurpador o la
charanga a Mascas Mota o la calva de don Capulina Beltrone.
Usted,
lector, puede verlo todavía, a su fantasma. Este ha estado el plantón
de Reforma exigiendo voto por voto y casilla por casilla, se le ha visto
leyendo a Marx o peor, a Rius y al Chamuco y al Sendero, anda haciendo
teatro guerrillero para llevarle cultura al pueblo a ver si ansina se
desapendeja un poco de la caja idiota, no reparte el Tartufo sino
Regeneración, anda tratando de cambiarle la mente a la gente, como lo
hizo con los vecinos de Dolores, para que ya no sean tan borregos, lo
madrearon en Atenco, se rehúsa a pagarle a la CFE, estuvo en las
barricadas en Oaxaca el día de muertos del 2006, ha hecho balconeos de
gastos pendejos, protesto en la embajada yanqui contra el
intervencionismo de esos cabrones, lo amenazaron en Puebla cuando
protesto contra la base militar yanqui que ahí se construye, y si, anda
en la caravana pero ya no respeta al pendejo ese del poeta, y cada que
AMLO llena el zócalo está ahí, no en el estrado sino entre la tropa de a
pie.
Y si
los mexicanos conocieran a ese cura levantisco, chile dulce,
irreverente, y cabrón, si se olvidaran del dulce viejito bonachón, “los
Gachupines” volverían a conocer lo que es amar a Dios en tierra de
indios. Por eso es que el régimen todavía le teme e insiste y se
desgañita gritando: “¡Que está muerto, carajos! ¡Vean sus huesos!
¡Muerto! ¡Muerto!”
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