Fredes Luis Castro
El sábado 12 de agosto una marcha de supremacistas blancos en el municipio de Charlottesville, Estados Unidos, terminó en enfrentamientos que dejaron un muerto, luego que un automotor conducido por un supremacista impactara contra un grupo de manifestantes de signo contrario. El presidente Donald Trump acusó responsabilidades por igual entre víctimas y victimario, lo que fue celebrado por los dirigentes y grupos de extrema derecha.
Historia y manipulación
El profesor de Justicia Penal de la Universidad Estatal Westfield, George Michael, investigador especializado en la extrema derecha estadounidense, describe al movimiento alt-right (abreviatura de derecha-alternativa) como un colectivo diverso, que contiene un amplio espectro ideológico, con posiciones que van de un radicalismo moderado a los delirios macartistas más agresivos. Descubre sus raíces en organizaciones con décadas de existencia, pero resignadas a un rol marginal, carente de influencia.
Destaca como figura relevante, entre otras, a Andrew Breitbart, fundador de Breitbart News, en particular a la hora de comprender la difusión de la ideología nacionalista en el ciberespacio, y de las batallas culturales que, a juicio de estos nacionalistas, el conservadurismo imperante no estaba dispuesto a promover, con los asuntos relativos a la inmigración en primer orden. El profesor Michael subraya que la cuestión inmigratoria configura la materia prioritaria para el nacionalismo blanco estadounidense, cuyos adherentes juzgan que la tasa de natalidad entre los inmigrantes procedentes de países del tercer mundo amenaza la existencia de la raza blanca a la que orgullosamente pertenecen.
El especialista sugiere que el estrecho margen con el que Trump se impuso en Estados clave, explica su complacencia hacia estos grupos y organizaciones: no puede despreciar ningún apoyo. Por otro lado, estos sujetos se contaron entre los más decididos militantes de su campaña, aspecto nada menor en países en los que el voto no es obligatorio. La victoria del magnate inmobiliario incentivó los encuentros cara a cara de los nacionalistas blancos, aceitando sus aparatos organizativos.
La historiadora Keri Leigh Merritt no niega el apoyo que obtuvo Trump de parte de la clase blanca trabajadora y empobrecida, pero imputa una responsabilidad mayor en la elite blanca cuyo dominio de los sistemas educativos, políticos y mediáticos le permite edificar una manipulación informativa orientada a convencer a los primeros acerca del aprovechamiento abusivo de las políticas de bienestar por parte de las minorías raciales, los afroamericanos en primer término. La elite blanca más poderosa manipula los conocimientos y la agenda pública, promoviendo la apatía política en los sectores populares y usando la ideología de la supremacía blanca para asegurar fragmentaciones en su propio y económico beneficio.
Documento completo :
http://www.alainet.org/es/articulo/187461
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