Testimonio de una superviviente del ataque a la flotilla de Gaza
Sarah Colborne dijo que las peticiones de ayuda fueron rechazadas por las tropas, que dispararon ráfagas de munición real a los activistas y esposaron al personal médico.
La primera superviviente británica del ataque al barco Mavi Marmara de ayuda a Gaza, al volver a Londres ha hablado de su terror cuando las tropas israelíes ignoraron las llamadas de socorro para asistencia médica y continuaron disparando ráfagas de munición real sobre los activistas.
Sarah Colborne, directora de campañas y operaciones en la Campaña de Solidaridad con Palestina, que estaba a bordo del buque turco cuando la armada israelí lanzó un ataque a primera hora del lunes, dio una conferencia de prensa en el centro de Londres vestida todavía con el uniforme gris de su estancia en la cárcel en Be’er Sheva, al sur de Israel. Describió cómo vio a un hombre herido de muerte por un disparo en la cabeza y cómo los pasajeros temieron por sus vidas cuando las tropas utilizaron visores láser sobre los activistas a través de las ventanas del barco.
Colborne, londinense de 43 años, insistió en que los activistas en el barco estaban en una misión puramente humanitaria y los pasajeros tenían edades entre 1 y 89 años. Afirmó que:
- Los activistas desarmados fueron tiroteados por los israelíes, que empleaban munición real;
- El número de nueve muertos probablemente aumentará, porque algunos activistas continúan desaparecidos;
- Los israelíes ignoraron las llamadas por megafonía y de los carteles escritos pidiéndoles que dejaran de disparar y que evacuaran a los heridos graves;
- Los soldados israelíes esposaron a miembros del equipo medico de los activistas que fueron enviados para ayudar a tratar a los heridos.
Colborne dijo que estaba en la cubierta cuando el asalto estaba su apogeo. “¡Parecía surrealista!”, dijo. “No podía creer que estaban haciendo lo que hacían”
“La munición real volaba por todas partes y pude oír las balas silbando y el zumbido de las palas de los helicópteros cuando los soldados se dejaban caer sobre la cubierta. Lo que vi fue a los israelíes disparando sus armas sobre civiles desarmados. Vi cómo una bala hería a alguien en la cabeza. Estaba claro que era munición real”.
Dijo que los activistas habían dispuesto un centro medico improvisado bajo la cubierta la tarde anterior después de que los barcos de la armada israelí los detectasen por radar. También repartieron chalecos salvavidas y algunos se fueron a dormir.
“Sobre las 04:10 de la madrugada me desperté, subí a la cubierta de forma que pude ver el exterior y vi pequeños botes atestados de armas y militares israelíes a toda velocidad que se dirigían hacia el barco”, dijo.
“Después aparecieron los helicópteros y utilizaron bombas sónicas y de gas… Luego tuvimos el primer pasajero herido de muerte. Lo llevaron a la parte trasera de la cubierta inferior. Le habían disparado en la cabeza”.
“Le vi. Estaba en muy mal estado y murió poco después. Las balas volaban por todas partes. Pedimos a los israelíes que detuvieran el ataque. Se lo pedimos en inglés: “No estamos resistiendo, por favor, ayuden a los heridos”. En vez de ayudar a los heridos permanecieron rodeando el salón y apuntando a las personas con visores láser.
“El capitán anunció que estaban empleando fuego real, que cesara la resistencia y que fuéramos abajo. A las 05:15 empezamos a emitir por megafonía llamadas para ayudar a evacuar a los heridos en estado crítico y para asistencia médica de emergencia: pedimos en inglés a los israelíes que detuvieran el ataque”.
Colborne dijo que pudo “ver la luz roja de los visores láser haciendo barridos sobre las cabezas de la gente”.
“Los militares israelíes nos estaban disparando,” dijo. “No teníamos armas. Hicimos dos intentos de hacer el llegar el mensaje de forma escrita. Escribimos en hebreo una señal diciendo: “¡SOS! Necesitamos asistencia médica. La gente está muriendo. ¡Urgente!”
Después de las siete de la mañana y de que los comandos hubieran tomado el control del barco, dijo que esposaron a todo el mundo utilizando ligaduras de cable, confiscaron sus teléfonos y les dijeron que se sentaran en filas en la cubierta, bajo el sol durante varias horas, antes de llevarlos a los camarotes tras varias quejas de deshidratación.
“Fue aterrador”, dijo. “Si hablabas te apuntaban con un arma”.
Dijo que después los llevaron al puerto de Ashdod, donde separaron a los hombres de las mujeres antes de subirlos en autobuses que los trasladaron a la prisión de Be’er Sheva.
A la pregunta de si el viaje mereció la pena dijo: “Esperamos que las horrible muertes de las personas no hayan sido en vano. Esperamos que esto sea una llamada de atención a nivel internacional…
“No podemos sentarnos a mirar cómo Israel viola el derecho internacional todos los días. Queremos que el Gobierno británico tome medidas para garantizar que no haya futuros ataques a los convoyes de ayuda humanitaria, se asegure de que se efectúa una búsqueda de los que siguen desaparecidos, se asegure de que las personas que están detenidas ilegalmente sean puestas en libertad y, lo más importante, que se ponga fin al sitio de Gaza”.
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