Es fácil saber que viven las elecciones nacionales porque todos parecen tener una opinión cada vez más fuerte sobre la inmigración ilegal, como si alguien estuviera subiéndole poco a poco el volumen del radio. De un momento a otro, la inmigración ilegal se convierte en el tema del momento, y todos dicen y hacen lo que sea para ganar o no perder un voto.
Los demócratas están débiles y vulnerables, como la economía que administran. Los republicanos están confiados en recuperar varias plazas en el Congreso, apostándole al desencanto con el estado general del país, personificado en el Presidente Barack Obama.
Huele a sangre.
En temporada de elecciones, la inmigración ilegal se convierte en un aguardiente que emborracha a los políticos y empaña el criterio de muchos.La semana pasada se circuló en el estado de Utah una carta anónima denunciando a más de 1,300 residentes que supuestamente eran inmigrantes indocumentados. Los datos fueron entregados a dependencias del orden público para facilitar la deportación de los acusados. Las autoridades después confirmaron que algunos de los que aparecen en la lista son residentes legales.
Pero aquí lo que debe resaltarse es el descaro de atacar tan abiertamente a la comunidad hispana.
¿Y por qué no hacerlo si los políticos mismos ponen el ejemplo a través de sus declaraciones y al proponer y aprobar leyes como la ley de Arizona que entra en vigor el próximo 29 julio?
Los legisladores de Utah esperan presentar una ley similar el próximo año.
Todo se multiplica cuando es un año electoral.
Los políticos pierden la cabeza y atacan a la mano de obra barata que ellos mismos explotan.
Hasta ahora cinco estados han presentado leyes similares a la de Arizona, incluyendo Carolina del Sur, Pennsylvania y Minnesota. En lo que va del año se han presentado 1,000 leyes o resoluciones relacionadas a la inmigración ilegal, según la National Conference of State Legislatures, una organización no gubernamental que trabaja con legisladores.
La locura no se detiene ahí.
Mientras estos estados buscan legislar leyes federales, el Médico Forense en Arizona está almacenando los cuerpos de los inmigrantes que mueren cruzando la frontera en refrigeradores móviles porque se les ha terminado el espacio que normalmente usan.
En lo que va del mes de julio se han recuperado 40 cuerpos de inmigrantes que han fallecido en el desierto, y a este ritmo se romperá el récord mensual de 68 difuntos en el 2005.
¿Cómo responde la Administración Obama? A partir del 1 agosto despachará a la frontera del sur del país a más de 1,000 soldados de la Guardia Nacional, con todo y aviones y helicópteros para detener la inmigración ilegal y asistir en investigaciones penales.
Ojalá que los soldados cuenten también con hospitales y no sólo refrigeradores móviles.
Sí, huele a noviembre, y parece que todos están obsesionados con la inmigración ilegal.
Mi congresista, el republicano Brian Bilbray, no deja de llamarme en las tardes con mensajes incitando al electorado con la inmigración ilegal. El otro día hasta me mandó una carta prometiendo que haría lo posible para que los pocos trabajos disponibles en San Diego fueran a residentes legales y no ilegales, como si verdaderamente pudiera hacer eso.
Las pocas acciones en defensa de la comunidad inmigrante se ven manchadas por este lodo partidista.
Hace unas semanas el Departamento de Justicia demandó al estado de Arizona por haber aprobado la ley. Consecuentemente dos senadores republicanos presentaron una legislación para intentar bloquear la demanda del gobierno federal.
Ni siquiera el béisbol se escapa de la paranoia.
Hace unos días en San Diego las manifestaciones llegaron hasta el estadio Petco, donde grupos pro inmigrantes buscaron presionar a la liga para que cancele el juego de estrellas programado el próximo año en Phoenix, Arizona.
Estas pequeñas pero pasionales manifestaciones atraen a miembros de los Minutemen, quienes se especializan en intimidar y ofender a cualquier persona que se oponga a su punto de vista.
Éstos encuentros se convierten en un circo.
Ambos lados tratan de gritar más fuerte que el otro. Sacan sus cámaras y se filman o se toman fotografías, y la suben al Internet para quedar bien con sus partidistas.
Todos pierden la cabeza.
Huele a noviembre.
Huele a sangre.
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