Las relaciones de los hombres con la fuerzas sobrenaturales que asumen las formas de plegaria, sacrificio y adoración pueden llamarse "culto" y "religión", por oposición a la "brujería", que es coerción mágica. Correspondientemente, los seres adorados y a quienes se ruega religiosamente pueden llamarse "dioses", por oposición a los "demonios", a quienes se refrena y encanta mágicamente. Quizá no exista ningún caso al que pueda aplicar esta diferenciación en forma absoluta, ya que los cultos que hemos llamado "religiosos" contienen prácticamente en todas partes numerosos elementos mágicos. El desarrollo histórico de la diferenciación antes mencionada se produjo con frecuencia de modo muy simple cuando un poder secular o sacerdotal suprimió un culto a favor de una nueva religión, mientras los dioses antiguo siguieron viviendo como demonios. El aspecto sociológico de esta diferenciación es el surgimiento del "sacerdocio" como algo distinto de los "practicamentes de la magia". Aplicado a la realidad este contraste es vago, como todos los fenómenos sociológicos. Ni siquiera las diferencias teóricas de estos tipos son determinables de forma inequivoca. Siguiendo la distintición entre "culto" y "brujería" podemos contrastar los funcionarios profesionales que influyen sobre los dioses mediante la adoración, con los brujos que contienen a los demonios por medios mágicos; pero en muchas religiones, incluido el cristianismo, el concepto de sacerdote incluye tal calificación mágica.
M.Weber, The Sociology of Religion, Beacon Press, 1 963 capitulo 2
Bien lo dijo Robert Heinlein: "Las prostitutas desempeñan la misma función que los curas, sólo que muchísimo mejor". Presentan al creyente una reconfortante esperanza mediante la ilusión de un mundo futuro mejor al supuesto bajo costo de creer. Creer sin límite. No importa que sea absurdo o no. Que sea contradictorio o no. Que sea irracional o no. Lo importante es creer, sino crees se les desmorona su mundo de fantasía. El pensamiento crítico es el verdadero enemigo de la fe, es el verdadero demonio del cual temen los curas y, en general, cualquier religión ya que le da la oportunidad al ser humano de poder diferenciar y escoger. No es posible que continuemos relegando ese regalo de la evolución a segundo plano... piensa.
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