A veces, hasta las peores personas se dan cuenta. En declaraciones al programa "Good Morning America", de ABC, el derechista gobernador de Wisconsin Scott Walker llegó a decir algo que en realidad tiene sentido: “Es hora de decir la verdad al pueblo estadounidense".
¡Si fuera cierto! Si Walker dijera la verdad de por qué está tratando de acabar con los sindicatos y quién está pagando la factura.
No importa cuánto traten él y Noticias Fox de presentarlo como un intento de solucionar los problemas presupuestarios de Wisconsin, la legislación de Walker es solo un intento de cerrar los sindicatos despojándolos de sus derechos constitucionales de realizar negociaciones directas. De eso se tratan las protestas en Madison que ahora se están extendiendo a otros estados.
¿Tiene Wisconsin un déficit presupuestario a corto plazo? Sí, pero solo por las reducciones de impuestos a intereses especiales por valor de 141 millones de dólares que Walker hizo aprobar en enero. ¿Tiene Wisconsin un problema a largo plazo? Sí, debido a un déficit esperado en las obligaciones de pensión de los empleados públicos. Pero los empleados estatales, que trabajaron voluntariamente 14 días de vacaciones el año pasado para ayudar al estado a balancear el presupuesto, ya han aceptado los sacrificios financieros exigidos por el gobernador: contribuir más a la cobertura de salud y retiro –lo cual se traduce en una reducción del salario del 7%.
Lo que no harán ni debieran hacer es aceptar la segunda mitad del proyecto de ley de Walker, la cual no tiene nada que ver con el presupuesto: el fin de las negociaciones colectivas. Los sindicatos ganaron por primera vez ese derecho en Madison, hace 75 años, con la formación de la primera sección de la AFSCME, la Federación Estadounidense de Empleados Estatales, del Condado y Municipales. En el presente, es la única oportunidad que los trabajadores de todo el país tienen para luchar para sí y para su familia. Puede que no obtengan todo lo que quieren por medio de negociaciones, pero al menos debieran poder sentarse a la mesa.
Pero he aquí lo que los principales medios nunca les dirán a ustedes. Si los trabajadores ya aceptaron las exigencias presupuestarias, ¿por qué el gobernador Walker insiste en paralizar a los sindicatos? Porque eso es lo que los hermanos Koch le dijeron que hiciera. Y en Wisconsin, al igual que en muchos otros estados, lo que los hermanos Koch quieren, los hermanos Koch lo obtienen. Y están dispuestos a pagar muy bien por ello.
Recuerden los nombres de Charles G. y David H. Koch, porque van a oír hablar mucho de ellos. De día son grandes contaminadores, jefes del conglomerado Hermanos Koch de productos de energía y de consumo, con sede en Wichita, Kansas. De noche son una de las fuerzas más poderosas y ocultas de la política estadounidense –cuyo objetivo confeso es deshacerse de toda regulación gubernamental. De hecho han utilizado una gran parte de su dinero proveniente del petróleo para crear y financiar una maquinaria política derechista tan vasta, tan extendida y tan influyente que en los círculos políticos se le conoce como el “Kochtópodo”.
Como cualquier octópodo que se respete, los muchachos Koch operan con muchos tentáculos y el principal es una organización falsamente popular, con financiamiento corporativo, llamada Estadouinidenses a Favor de la Prosperidad (AFP). En 2009 y 2010 AFP suministró la mayor parte del financiamiento en todo el país de los mítines del Tea Party. Llevaron autobuses llenos de gente a Washington para protestar contra la reforma de los servicios de salud del Presidente Obama y contra la legislación contra el calentamiento global. Pagaron los autobuses para el mitin de Glenn Beck en el Memorial Lincoln. Dieron el dinero para Proposición 23, un esfuerzo fracasado por derogar las estrictas leyes californianas contra el cambio climático. Y todo el tiempo, alimentaron una serie de despiadados ataques personales contra el presidente Obama.
El Kochtópodo también estuvo activo a nivel estatal apoyando para el cargo de gobernador a candidatos republicanos que adoptarían su plataforma anti-gubernamental. Y encontraron a su paradigma en Scott Walker, siempre dispuesto a bailar al son de la música de los hermanos Koch –y aceptar lo que digan, aunque sea falso.
Debido a la decisión del Tribunal Supremo en el caso de Ciudadanos Unidos, la cual permite contribuciones corporativas de campaña sin límite de cantidad y sin tener que informar de ellas, es imposible rastrear todo el dinero que los Koch derramaron sobre Wisconsin. Pero sí sabemos que Industrias Koch fue el segundo mayor contribuyente de Walker. Su PAC (Comité de Acción Política) entregó 1 millón a la Asociación de Gobernadores Republicanos, la cual gastó 4,3 millones en atacar al oponente de Walker. El Consejo Estadounidense de Intercambio Legislativo, financiado por los Koch, asesoró a Walker en su legislación para destruir a los sindicatos. E Industrias Koch ha inaugurado su propia oficina de cabildeo en Madison.
Pero que no se diga que Scott Walker es malagradecido. Enterrada en el proyecto de ley del gobernador para supuestamente “reparar el déficit” hay una disposición sin relación alguna que permite la venta sin licitación de plantas energéticas, de enfriamiento y de calefacción propiedad del estado. Y en Wisconsin, ¿quién creen ustedes que es el principal cliente para comprar plantas energéticas? Industrias Koch.
Rastreen el dinero. En Wisconsin, lleva hasta Charles y David Koch.
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