Wayne Madsen
El ataque del 11 de Septiembre 2001 fue la prolongación de una doctrina
que ha recibido el apelativo de «estrategia de la tensión». No
representan nada nuevo en las políticas de Washington sino que
constituye una escalada más para extender esta estrategia a nivel
global. El atentado ofreció el pretexto necesario para instalar un
sistema de vigilancia internacional del individuo, favoreció la
expansión de las guerras imperiales. Desde esta perspectiva, la
conmemoración del décimo aniversario de los atentados del 11/S han sido
utilizados por los patrocinadores de dichos ataques para aparecer como
sus víctimas una vez más, que es lo mejor para perseverar en sus
objetivos.
Después de usar durante años la muy fascista «estrategia de la
tensión» en Europa occidental, en el Medio Oriente, en África y América
Latina, los neo-conservadores que dirigían la administración Bush la
víspera del 11 de septiembre de 2001, estaban seguros de que el último
acto planeado para destruir los edificios del «World Trade Center» de
Nueva York, bombardear el Pentágono, además de destruir un objetivo aún
desconocido con el vuelo United Flight 93 —avión que fue derribado por
cazas interceptores de la Fuerza Aérea de EE.UU. sobre
Pennsylvania—traería consigo el cambio previsto por ellos.
Lo que provocó la conspiración neo-conservadora, a través de sus
medios de propaganda como Fox News [canal de televisión] y The
Washington Post [diario], después de su esperada «Nueva Pearl Harbor»,
fue lo que llaman en ingles «New Normal» o nuevo estatus normal de los
Estados Unidos, la imposición de-facto de una dictadura secreta y
fascista que cambió la Constitución de ese país y el estado de derecho,
el comienzo de un «choque de civilizaciones», el enfrentamiento final
entre el Islam y el Judeo-Cristianismo. El “Armagedón”
geo-socio-político ansiado por filósofos neo-fascistas como los
profesores Samuel Huntington y Bernard Lewis constituiría la batalla
final que atestiguaría la caída de los gobiernos y regímenes islámicos
desde Marruecos hasta Indonesia, y el triunfo de la «civilización
occidental».
En realidad, la «civilización occidental» es el código para designar los dos pilares gemelos que son el militarismo y el sionismo apoyados por el capitalismo.
En realidad, la «civilización occidental» es el código para designar los dos pilares gemelos que son el militarismo y el sionismo apoyados por el capitalismo.
La «estrategia de la tensión» utilizada por las redes secretas de la
OTAN en Europa desde los años 60 hasta el presente es definida por el
profesor suizo de historia contemporánea Daniele Ganser como el método
mediante el cual «las potencias mundiales dividen, manipulan y controlan
la opinión pública a través del miedo, la propaganda, la
desinformación, la guerra sicológica, con agentes provocadores y las
operaciones terroristas encubiertas» para conseguir sus objetivos
finales.
Los ataques encubiertos del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y
Virginia lograron preparar la escena para llevar a cabo los planes de
desinformación, guerra sicológica y una campaña propagandística que,
diez años después del 11 de septiembre son definidos por los medios
corporativos como sucesos que «cambiaron el mundo». Incluso la fecha, 11
de septiembre, fue escogida como elemento de guerra sicológica;
recordemos que 911 es el número de urgencia que se utiliza en los EE.UU.
para pedir ayuda de las fuerzas del orden y otras instancias que
brindan servicios de emergencia.
El «Tele-screen» [en la novela] de George Orwell, que es el medio por
el cual «Big Brother» consigue mantener el control de la opinión
pública al exagerar amenazas no existentes contra la seguridad
ciudadana, se convirtió en una realidad minutos después de los ataques
del 11 de septiembre cuando los canales informativos, que parecían todos
estar pre-programados para el suceso de terror, comenzaron a inculcar
el miedo en las mentes de los estadounidenses y de los pobladores del
mundo. Meses después de los acontecimientos, cualquier persona que
cuestionara la versión oficial era calificado como un «teórico
conspirador» desleal [enfermo conspiracionista paranoico].
Sin embargo, existían fehacientemente miles de elementos —y que
fueron utilizados y presentados— por quienes cuestionaron la versión
oficial del 11 de septiembre, que excluían las explicaciones dudosas del
informe de la Comisión oficial y otros documentos del gobierno,
incluyendo los del Comité de Inteligencia del Senado de los EE.UU. y del
Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST).
Los canales corporativos de noticias, encabezados por Fox News,
crearon increíbles amenazas después del 11 de septiembre, incluyendo
bombas que podía explotar dentro de animales como las vacas, hombres
ranas que se aproximaban a las costas norteamericanas, miembros de Al
Qaeda que podía atacar centros comerciales en los Estados Unidos, y
terroristas árabes que se infiltraban en rutas utilizadas por el tráfico
automóvil desde México. Todas estas historias de terror no tenían
sentido ni fundamento alguno.
Después de los ataques, mediante el correo postal, con Ántrax contra
el Congreso y los medios, que conllevó a la aprobación inmediata por los
parlamentarios del inconstitucional «Acta Patriótica», el fallido
intento de un terrorista por derribar un avión que volaba de Paris a
Miami, después de otro nigeriano que venía desde Ámsterdam hacia Detroit
y que trató de detonar material explosivo dentro de su ropa interior,
se condicionó al público para que aceptara cualquier cosa como amenaza
potencial a la seguridad.
Nada se mencionó sobre el papel de Israel en los ataques con Ántrax y
de los dos atentados fallidos. Los únicos arrestados por sospecha de
haber estado involucrados en el 11 de septiembre fueron cinco empleados
de Weehawken, la empresa de Nueva Jersey conocida como «Urban Moving
Systems». Los agentes del FBI que visitaron los almacenes de la compañía
en Weehawken no solamente encontraron materiales para construir
explosivos, sino también trazas de Ántrax. Dominick Suter, propietario
de la firma, apareció más tarde en una base de dato de
contra-inteligencia conjunta del FBI y la CIA como agente del Mossad.
Asimismo algunos de los israelíes «sospechosos» arrestados también
aparecieron en la misma base de datos.
Los cinco israelíes arrestados fueron vistos mientras celebraban y
filmaban los ataques contra las Torres Gemelas, minutos después del
impacto del primer avión, desde un sitio ubicado en el Parque Liberty
State, del otro lado del Río Hudson en la parte baja de Manhattan. Fue
precisamente una compañía israelí de seguridad aérea, la ICTS
International, repleta en su administración de ex agentes del Mossad y
Shin Bet, la que coordinó las seguridad en los aeropuertos Charles de
Gaulle de París y Schipol International de Amsterdam, donde Richard
Reid, el terrorista que trató de tumbar el avión y Umar Farouk
Abdulmutallab, el de la bomba en la ropa interior, trataron de llevar a
cabo sus inexpertos atentados contra los vuelos 63 de la American
Airlines y el 253 de la Northwest Airlines respectivamente. La ICTS
también compartía responsabilidades de seguridad aérea en el aeropuerto
Logan de Boston el 11 de septiembre de 2001, este fue el aeropuerto
donde el vuelo número 11 de America Airlines fue supuestamente
secuestrado por Mohammed Atta y conducido contra la Torre norte del
«World Trade Center».
El concepto de «choque de civilizaciones» fue auspiciado por los
neo-conservadores pero no incluyó mención alguna por parte de los medios
corporativos manipulados [por los sionistas] sobre los múltiples
vínculos de Israel con los ataques del 11 de septiembre. La existencia
de diecinueve secuestradores árabes, 16 de ellos sauditas, fue lo que
decía la versión oficial, sin que pudiera existir nada fuera de los
límites de esta historia. Incluso, las declaraciones hechas por Benjamín
Netanyahu y de Ehud Barak a la televisión de EE.UU. sobre que el 11 de
septiembre beneficiaba a Israel fueron ignoradas por los medios.
Aquellos que fueron lo suficientemente valientes al señalar los vínculos
de Israel con el 11 de septiembre fueron intimidados al ser tildados de
«antisemitas».
Algunos medios corporativos que informaron sobre actividades
sospechosas de inteligencia israelíes en los meses anteriores al 11 de
septiembre fueron atacados en el Internet. Una serie de cuatro capítulos
sobre la actividad israelí que lanzó la Fox News desapareció de repente
del sitio web. Temas similares, como el que sigue más abajo, también se
evaporó como si fuera éter:
«10-2-2001—Quince personas fueron arrestadas en Dallas bajo sospecha
de realizar monitoreos de edificios federales. 11 News informó sobre
personas que decían ser «estudiantes israelíes en artes» podrían estar
tratando de infiltrarse en edificios federales y de defensa, e incluso
de realizar algún tipo de vigilancia. En Dallas, los autoproclamados
llamados aparecieron a principios de este años en los edificios del FBI,
de la Agencia Anti-Drogas y en el Edificio Federal Earle Cabel, donde
los custodios vieron un estudiante merodeando por los pasillos con un
plano del lugar en su poder».
Osama bin Laden, acusado como autor de los ataques del 11 de
septiembre, era un personaje que no estaba en los castings de Hollywood.
Bin Laden inicialmente negó que tuviera que ver con los ataques. En una
entrevista publicada el 28 de septiembre de 2001 por el periódico
paquistaní Ummar Karachi, Bin Laden dijo: «Ya he dicho que no estoy
involucrado en los ataques del 11 de septiembre en los EE.UU. Como
musulmán, hago lo mejor por no decir mentiras. No tenía conocimiento
sobre esos ataques, tampoco considero la muerte de mujeres y niños
inocentes y otros seres humanos como un acto razonable». Incluso el
director del FBI, Robert Mueller afirmó que «el FBI no tiene evidencia
firme que vincule a Bin Laden con el 11 de septiembre».
Fueron pocos medios de prensa que infromaron sobre los históricos
vínculos de Bin Laden con los servicios de inteligencia de EE.UU.;
relaciones que se mantuvieron hasta después del ataque en 1993 contra el
«World Trade Center».
De acuerdo con documentos clasificados de la inteligencia francesa,
Al Qaeda y Bin Laden estuvieron bajo el control operativo de los EE.UU. y
de los «servicios secretos» británicos hasta 1995, dos años completos
después del ataque con bomba contra el «World Trade Center». En 1996, el
Departamento de Estado de los EE.UU. continuó rechazando acusar a Al
Qaeda como una organización terrorista. Las viejas relaciones de Bin
Laden con la CIA pudieron haber sellado su destino. Como sucedió con
otros que trabajaron para la CIA y después fueron desechados como pura
basura, incluyendo a Manuel Noriega (Panamá), Saddam Hussein (Irak) y
Muammar Gaddafi (Libia), Osama bin Laden pudo haber sido utilizado como
señuelo por los que perpetraron los ataques del 11 de septiembre,
precisamente los que buscaban culpar a los árabes y musulmanes como
parte de sus «importantes esquemas» del Proyecto para un Nuevo Siglo
Americano que deseaba un «nuevo Pearl Harbor», los que ansiaban «el
choque de las civilizaciones» entre el Judeo-Cristianismo y el Islam, y
también los que buscaban un estrategia de tensiones continuada para
lograr sus objetivos. La estrategia de la tensión no terminaría con los
ataques del 11 de septiembre, y más, se repetiría en años siguientes en
Madrid, Londres, Bali, Beslan, Yakarta, Estambul, Casablanca, Mumbai y
Oslo…
Los verdaderos arquitectos del 11 de septiembre aún están sueltos y
continúan con su campaña de la estrategia de la tensión. El 11 de
septiembre de 2011, muchos de los verdaderos ejecutores han estado
reunidos en el sitio conocido como «Ground Zero» de Nueva York, para
honrar públicamente [e hipócritamente] a aquellos que murieron en los
ataques hace diez años, pero seguro que celebrarían en privado sus
logros y conquistas en esta década transcurrida.
Los medios de prensa corporativos y comerciales continuarán
propagando el mito del 11 de septiembre, y esperan que el público
continúe aceptando la versión oficial de los hechos.
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