8/01/2017

En Venezuela, los cerros bajaron


Luis Hernández Navarro          La Jornada
Un triunfo rotundo de la revolución bolivariana. Una derrota contundente de la oposición y sus aliados. Un mensaje claro del pueblo venezolano. Esas son las principales enseñanzas de las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) del pasado 30 de julio.
Un triunfo del chavismo porque movilizó a las urnas a más de 8 millones de votantes. Una derrota de la oposición porque infructuosamente trató de impedir, de todas las maneras posibles, la violencia incluida, la realización de los comicios. Un aviso inequívoco de los pobres venezolanos: quieren paz y no están dispuestos a que se les cancelen las conquistas de su revolución.
El chavismo tuvo en estas elecciones 400 mil votos más de los que la oposición alcanzó en las elecciones legislativas de 2015. En aquel entonces, la Mesa de Unidad Democrática (MUD) alcanzó 7 millones 726 mil 66 sufragios, la votación más alta en su historia.
La cifra es también superior a la cosechada por Nicolás Maduro en los comicios presidenciales de 2013. En aquel entonces, el hoy mandatario ganó con 7 millones 505 mil 338 votos. Y es ligeramente inferior a la obtenida un año antes por Hugo Chávez: 8 millones 191 mil 132 sufragios.
Los votos obtenidos para nombrar la ANC son muchos más de los 7.2 millones que supuestamente obtuvo la oposición en el referendo en contra organizado el pasado 16 de julio. Con un elemento adicional: la consulta de los enemigos de chavismo fue fraudulenta. Fuera de Venezuela votaron 693 mil personas, pero el registro electoral de los ciudadanos de ese país en el exterior es de 101 mil. Se documentó cómo sufragaron niños de 10 años y una sola persona lo hizo en 17 ocasiones (https://goo.gl/1FKnWt). Y, para que no quedara huella de la estafa, quemaron las papeletas de votación.
En Caracas, este 30 de julio los cerros volvieron a bajar. Pero lo hicieron no para protestar contra el gobierno de Nicolás Maduro (como ha venido soñando que suceda la oposición desde que comenzó su ofensiva insurreccional), sino para votar por la paz y sumarse a la Constituyente. La imagen se remonta al Caracazo, la oleada de disturbios y saqueos del 27 y 28 de febrero de 1989, protagonizada por los habitantes más humildes de esa megalópolis. Confinados a vivir en modestas viviendas enclavadas en las colinas que circundan la capital, ellos son los cerros que, cuando bajan, sacuden hasta sus cimientos la vida política del país. Así lo hicieron ahora contra la oposición, no sólo en Caracas, sino en toda Venezuela.
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