8/26/2010

Legion de depredadores

 Los Legionarios de Cristo constituyen una organización católica específica dentro de la Iglesia, como lo es también el Opus Dei, y como éste se ubica a la derecha y se enmarca dentro de los postulados más ultraconservadores. Su fundador es el sacerdote mexicano Marcial Maciel, hoy octogenario y ya fuera de toda función sacerdotal dado que –por fin- después de varias décadas de haber cometido infinidad de abusos sexuales, el actual Papa Benedicto XVI no tuvo más remedio, ante el cúmulo de pruebas acumuladas en su contra, que obligarlo a retirarse de todo tipo de ejercicio sacerdotal público. Eso sí, “por su avanzada edad” no será sometido a proceso canónico y, como sanción de mayor dureza, sólo fue “condenado” a llevar una vida privada de rezos y penitencias. Otro ejemplo de los “castigos” que impone el Vaticano, cuando ya es inevitable, a sus sacerdotes pedófilos. Y una condena que las víctimas de Maciel, que aguardaron años porque se haga justicia, esperaban que fuera mayor y que el Vaticano colaborara llevando a Maciel ante la ley de los hombres y terminara en la cárcel.Pero en realidad Maciel gozó siempre de la protección papal. Desde que Joseph Ratzinger presidía la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe –nombre moderno de la Santa Inquisición y un cargo en el que se sentía muy cómodo- tenía conocimiento de las andanzas de los curas pedófilos por el mundo. Maciel no fue la excepción, y desde 1998 el actual Papa sabía, por los informes del obispo mexicano Carlos Talavera y los testimonios del padre Alberto Athié, uno de los abusados por Maciel cuando era seminarista, de los abusos sexuales del “legionario”. Sin embargo, Ratzinger se negó entonces a abrir el caso, argumentando que Maciel “era una persona muy querida para Juan Pablo II”. Este último fue, precisamente, uno de sus principales protectores e incluso, poco antes de morir, organizó un multitudinario homenaje al líder de los Legionarios por “promover los valores de la familia y de la persona humana”. Sus víctimas saben bien cuál era la manera predilecta de Maciel de promover esos valores. Fueron los periodistas norteamericanos Jason Berry y Gerald Renner quienes, a través de un libro muy documentado, “Votos de silencio. El abuso de poder durante el papado de Juan Pablo II”, le hicieron ver a Ratzinger lo que se resistía a ver. Los autores consideran que la protección de la Santa Sede se debe a que el líder de los Legionarios siempre ofreció una importante aportación económica al Vaticano, y agregan que “en el caso del padre Maciel nos enfrentamos a un encubrimiento papal. Su carrera es un caso de estudio sobre la desinformación: la distorsión de la verdad para alcanzar el poder y fabricarse una imagen virtuosa a partir de un comportamiento patológico. Al no investigar cargos serios, el Vaticano ayudó a que se diera este proceso durante años”.
Existen testimonios que erizan la piel, una constante cuando se va tomando conocimiento de caso tras caso en esta cuestión. José Barba Martín, quien abandonó la orden a los 25 años, luego de sufrir varios abusos sexuales de Maciel, asegura que la pederastía está extendida en toda la Orden, mientras Juan José Vaca, ex presidente de los Legionarios de Cristo en Estados Unidos y otra de las víctimas de Maciel, afirma coincidentemente que los abusos sexuales en los Legionarios son comunes: “No ha sido solamente Maciel el criminal que cometió esos delitos, sino que según los datos que vamos teniendo ya se puede hablar de una corrupción de la institución como tal. Ya hay víctimas nuevas, de segunda y tercera generación. Los abusados por Maciel de niños ahora son superiores, y esos superiores ya han abusado de otros. Solamente el año pasado detectamos tres nuevas víctimas: una de Irlanda, otra de España y la tercera de Chile. También tenemos otro caso en Colombia. Donde los Legionarios tienen instituciones Maciel ha puesto gente como él, que piensa como él y que está integrada en ese sistema como él. Y todos ellos han sido víctimas de él y luego victimarios”. Vaca asegura que hasta el año 1976, cuando salió de los Legionarios, fue testigo ocular de otras 25 víctimas de abuso sexual de Maciel, y que él lo fue durante diez años. Comenta que, luego de someterlo a las vejaciones sexuales, el líder de los Legionarios intentaba tranquilizarlo diciéndole: “No te preocupes si tienes remordimiento de conciencia; yo te doy la absolución”, y agrega que “Maciel es un depredador, hoy con la imagen de abuelo”.
Según otros testimonios de víctimas de Maciel, éste utilizaba un patrón de conducta similar con los niños o adolescentes internos. Relatan que los elegía “bonitos”, que los mandaba llamar a su habitación para pedirles que le dieran un masaje y que al lograr que le masturbaran, sencillamente se justificaba diciendo que tenía “dispensa papal” porque estaba muy enfermo. La frase que utilizaba con algunos para terminar con su siniestra sesión era: “Lo que has hecho es un acto de caridad”.
Mientras las centenares de víctimas abusadas por Maciel no pueden esperar ya más justicia que la muy suave condena a “rezos y penitencia” impuesta al depredador por el Vaticano, la cuestión más urgente ahora es saber hasta qué punto el cáncer de la pederastía está infiltrado en la orden de los Legionarios de Cristo, ya que miles de niños y adolescentes pueden encontrarse en peligro.

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