Así pues podemos ver que no son nuevas las doctrinas sobre el fin del mundo. Un recorrido por la historia nos muestra que en diferentes momentos han aparecido predicadores y profetas vaticinando el fin del mundo y escribiendo profecías por montones. De hecho, el libro del Apocalipsis atribuido a San Juan es tan solo uno entre tantos que se escribieron en la época. Había otros textos apocalípticos circulando en las comunidades cristianas primitivas. Estos libros eran El Apocalipsis de Baruc, IV de Esdras, Paralipómenos de Jeremías, Apocalipsis de Abraham, el Testimonio de los Doce Patriarcas, etc. Al igual que existían muchos más evangelios a parte de los cuatro que quedaron oficialmente en la Biblia. ¿Cómo se hizo para seleccionarlos?
No fue por la coherencia entre los libros seleccionados, porque existen contradicciones aún entre los libros qua actualmente forman la Biblia. La selección del libro apocalíptico para el Nuevo Testamento no se debió a una voz clara del cielo que lo ordenara. En realidad fue bajo la orden del emperador romanos Constantino que Eusebio de Cesarea creo la compilación de textos para la Iglesia Católica, luego San Jerónimo haría una escogencia de textos religiosos que conformarían el Nuevo Testamento y bajo la tutela de los padres de la Iglesia se determinó cuales evangelios, de los muchos disponibles, eran o no "inspirados". La Biblia cristiana que conocemos hoy con su Apocalipsis y el Libro de Daniel fue ensamblada por primera vez en el Concilio de Hipona en el año 393 de nuestra era. Dicho canon fue confirmado en el Concilio de Cartago en el año 397 y nuevamente confirmado por decreto en la cuarta sesión del Concilio de Trento del 8 de abril de 1546 (este último no es aprobado por los protestantes).
Muy temprano en el cristianismo ya tenemos predicas sobre el fin del mundo. De hecho el Evangelio de Mateo pone en boca de Jesús a decir "no pasará esta generación hasta que todo se haya cumplido" refiriéndose al fin del mundo. Pero la primera vez que una gran masa de cristianos se organizó para recibir el fin de los tiempos fue con Montano. En el año 156 en Frigia, una región de la actual Turquía, Montano empezó a predicar el inicio de una nueva era en la iglesia, a la que llamo "Era del Espíritu". Montano predicaba que el fin de los tiempos se acercaba y que llegaría en un plazo muy breve, resurgiendo así la espera de la parusía o segunda venida de Cristo tal como lo habían esperado las primeras generaciones cristianas. Montano tenía a su vez dos mujeres que se decían profetizas: Priscila o Prisca y Maximila, las cuales hablaban cosas ininteligibles en un trance. Por lo que vemos, este fenómeno del éxtasis religioso tampoco es de los tiempos recientes. Montano y sus seguidores creían firmemente que el fin del mundo llegaría pronto y que la Nueva Jerusalén descendería del cielo. Multitudes de cristianos se reunieron para esperar este acontecimiento en la llanura entre las ciudades de Pepuza y Timio. Nada ocurrió. Muchas prédicas y esperas del fin del mundo más habrían de venir, pero ya no por parte de los montanistas.
La forma como los creyentes han tomado estos chascos es muy curiosa. La mayor parte de ellos hacen una reinterpretación posterior. Aducen que la profecía era correcta, pero no se refería al fin del mundo sino a otra cosa. Esto ocurrió con los milleristas en 1844, dando origen a los adventistas, o con las previsiones hechas por los Testigos de Jehová, nacidos bajo la influencia del adventismo, para las predicciones de 1914, 1918 y 1925. Afortunadamente existe otra forma de abordar este tema del fin del mundo y esa forma es el racionalismo.
Como racionalista se que solo puedo aceptar algo de lo cual hayan pruebas suficientes. Debo exigir evidencias, lo cual incómoda a los creyentes, pues esto va en contra vía con la fe. Antes de creer algo porque lo dice la Biblia, preguntémonos ¿tengo que creer algo simplemente porque está en la Biblia? ¿Por qué he de considerar más cierto lo que dice la Biblia que lo que dice otro libro? Muéstrenme las pruebas por favor.
Volvamos a la historia de los "leones pasteadores" que predican testigos de Jehová, evangélicos y adventistas. ¿No será esta historia fruto más de la esperanza humana que un aspecto real? ¿No serían las predicciones fallidas de los testigos de Jehová un esfuerzo humano más, sin nada de sobrenatural, lo que guio el proceso? ¿No serían las visiones de Priscila y Maximila, en la época de los primeros cristianos fruto de alguna enfermedad cerebral? ¿Quizás epilepsia de lóbulo temporal? ¿No tendría también un problema epiléptico Elena G. de White cofundadora del adventismo quien veía visiones del fin del mundo? ¿No será lo del Armagedón de los Testigos de Jehová un mito más como las historias de Zeus y Poseidón? ¿Son las palabras de los evangelios realmente lo que dijo Jesús, o serían tergiversaciones, o peor aún, inventos, ya que los evangelios se escribieron muchos años después de su muerte? ¿Cómo saberlo? Como ya vimos, existían diferentes y contradictorios evangelios en los primeros días de la cristiandad. Sabemos que los libros que conforman la Biblia fueron fruto de un Concilio ¿Y cómo sabemos que los miembros del concilio escogieron los libros correctos? ¿Qué tenían los miembros del Concilio de especial para escoger los evangelios cuando ya habían pasado siglos después de los hechos que narraban? Las preguntas son incómodas para los creyentes, pero solo examinado las respuestas que nos den a la luz de las evidencias podremos acercarnos a lo cierto.
Cuando recibí el volante de los Testigos de Jehová le pregunté a la amable señora: ¿Cómo he de saber que esto si será cierto y no pasará igual que en 1925? ¿Mil novecientos que...? respondió. El año de 1925 fue señalado por Joseph Franklin Rutherford, segundo presidente de los Testigos de Jehová, como la fecha del inicio de ese nuevo mundo, que ilustran en sus volantes. En 1925, según él, resucitarían los personajes bíblicos Abraham, Isaac y Jacob, para disfrutar los deleites de ese nuevo mundo. ¿Pero donde acomodar a tan famosos personajes? A fin de recibir a los patriarcas, Rutherford mandó construir una lujosa mansión en San Diego, California, que llamó Beth Sarim (Casa de los príncipes). Por supuesto que el dinero provenía de los creyentes... Ni modo que los feligreses fueran groseros con los patriarcas bíblicos.
El libro Millones que ahora viven no morirán jamás de 1920 dice textualmente:
"Por lo tanto podemos esperar confiadamente que el año 1925 marque el retorno de Abrahán, Isaac, Jacob, y los fieles profetas de la antigüedad, particularmente aquellos mencionados por el Apóstol en Hebreos capítulo once, a la condición de la perfección humana."
Pero nada de lo predicho ocurrió y como Beth Sarim no podía quedar deshabitada, Rutherford decidió vivir allí hasta su muerte. Personalmente me queda la duda de cómo pretendía Rutherford comunicarse con los resucitados. ¿Les enseñaría Rutherford clases de inglés o él ya estaba aprendiendo hebreo antiguo?
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