David Brooks
Ante tanto caos –economía en crisis, desempleo, guerras, clima severo, corrupción, desconfianza y señales del inicio del fin de este imperio– tal vez no resulta sorprendente que la fe religiosa esté cada vez más presente en la vida cotidiana (por lo menos se pretende tener respuestas ante tantas interrogantes actuales) en Estados Unidos.
A finales del año pasado se registró que 4 de cada 10 estadunidenses creen firmemente en la versión bíblica de la creación del ser humano (creacionismo), según encuesta de Gallup. Este 40 por ciento de la población del país que se dice el más avanzado del planeta, insiste en que Dios fue el creador de todo, incluyendo el ser humano, hace 10 mil años. De acuerdo con algunos científicos aparentemente infieles, los seres humanos, o homo sapiens aparecieron entre hace 100 mil y 300 mil años. Cráneos humanos descubiertos en Etiopia confirman la existencia de humanos hace 160 mil años y sólo la semana pasada se reportó el descubrimiento de dientes aparentemente humanos en Israel —mero territorio bíblico—que podrían comprobar la existencia de humanos hace 400 mil años. Los fósiles humanos más antiguos en esta región –encontrados en unas islas frente a California– tienen una edad de unos 13 mil años, pero eso no conmueve, ni convence, a un 40 por ciento de esta población.
¿Desde cuándo hechos y pruebas son más convincentes que cuentos místicos y engaños convenientes? Todo político aquí sabe que los hechos no son un ingrediente básico para el llamado realpolitik. No pocos de los legisladores y otros encargados de manejar el país comparten esta
feen la Biblia y en el poder de Dios. Vale recordar que en casi todo discurso político y en la mayoría de los actos oficiales, este país se autoproclama como el escogido por Dios para ser lo que es. Hasta en su moneda nacional se afirma la confianza en Dios, y casi todo, incluyendo los intereses más particulares, son justificados como voluntad de Dios.
Al iniciar sus labores el nuevo Congreso este mes, no pocos de sus líderes sostendrán que son guiados por la verdad sagrada. Por ejemplo, el representante John Shimkus que será uno de los encargados de asuntos ambientales, descartó la existencia del cambio climático citando el Génesis 8:22 que afirma que el mundo continuará como ahora, y subrayó:
creo que esa es la palabra infalible de Dios, y así será para Su creación. No es el único, y ahora nuevas filas de representantes ultraconservadores que han expresado su escepticismo sobre el cambio climático (incluyendo al nuevo líder de la mayoría republicana John Boehner) asumirán el poder, y no pocos de ellos citarán la palabra de Dios contra las evidencias científicas cada vez más alarmantes.
Claro, no es sólo la voluntad divina la que nutre este movimiento probíblico y antiambientalista. Siempre ayuda un poco de asistencia material, como fondos ofrecidos a varios de los recién electos legisladores, sobre todo los vinculados con el Tea Party, por la organización Americanos por la Prosperidad financiado por Koch Industries y otras empresas energéticas que han hecho todo lo posible para cuestionar el cambio climático y por supuesto la responsabilidad del sector energético en eso.
La mayoría de los estadunidenses son creyentes y 85 por ciento tiene una identidad religiosa, según Gallup. Aunque 40 por ciento cree que Dios creó a los humanos tal como se explica en Génesis, ocho de cada 10 creen que los orígenes humanos fueron obra de la mano de Dios; 38 por ciento cree que Dios guió el proceso de desarrollo del ser humano a lo largo de millones de años. Sólo 16 por ciento cree que los seres humanos fueron resultado de un proceso de evolución sin la participación divina.
Para los millones de desempleados –a tasa de desempleo actual de 9.8 por ciento– y para los millones que han perdido sus viviendas por la crisis (6.8 millones hasta la fecha desde el inicio de la crisis, con cálculos que entre uno y 2 millones de viviendas serán perdidas este nuevo año), a veces todo lo que queda es la fe. Mientras las ganancias de varios sectores, sobre todo el financiero, regresan a niveles récord y los multimillonarios celebran su resucitada –por el gobierno y el tesoro público– prosperidad , los políticos, desde el presidente a los legisladores, insisten en que sus propuestas para recuperar el empleo y la prosperidad para todos los demás funcionarán y piden paciencia. Pero eso sí requiere de lo que se llama fe. Todos saben que habrá más recortes en el futuro inmediato, algunos dramáticos, en el gasto público, sobre todo a nivel estatal y municipal, donde la crisis está obligando el despido de bomberos, policías, maestros y otros servidores públicos.
Ante tal inundación de malas noticias, tal vez la fe, o una versión estilo Disneylandia, puede salvar a algunos. Eso parece ser la idea en Kentucky, donde el gobernador Steven Beshear ofrece un generoso paquete de incentivos para subsidiar la construcción de una arca de Noé, la cual presenta como parte de una iniciativa para generar empleo. Un grupo de inversionistas propone construir una arca de tamaño real, junto con animales y actores como pieza central de un parque de atracciones para turistas basada en cuentos bíblicos, reportó el New York Times. Ante protestas de que esto violaba la separación de Iglesia y estado, el gobernador demócrata respondió que
el pueblo de Kentucky no me eligió gobernador para debatir religión. Me eligieron gobernador para crear empleo.
El parque fue propuesto por la misma agrupación cristiana que construyó el Museo del Creacionismo en el mismo estado hace tres años, el cual ha tenido más de un millón de visitantes hasta la fecha. La agrupación afirma que tiene la intención de invertir 150 millones de dólares en el proyecto y dar empleo a 900 personas.
Es nuestra oportunidad para presentar información bíblica precisa y basada en hechos a la gente sobre un tema en que verdaderamente están interesados, afirmaron e informaron que tendrán animales jóvenes, incluyendo jirafas, ya que piensan que Dios llenaría la arca de animales jóvenes que no ocuparán tanto espacio. El parque también incluirá una Torre de Babel. A ver si ahí se entienden.
Nadie ha dicho si el arca puede flotar ni si hay espacio para todos los que desean escapar de la inundación de tanta… fe.
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